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XXIII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Viernes
Lc 6, 39-42
¿Puede un ciego guiar a otro ciego? Existen ciegos del cuerpo y ciegos del
espíritu, y si horrible es la ceguera del cuerpo, mil veces peor es la del espíritu.
Entretanto, es muy difícil, o casi imposible encontrarse a un ciego guiando a otro
ciego, mientras que, en lo que se refiere a las cosas del Espíritu, vemos por otra
parte, ciegos que guían ciegos.
Un padre y una madre el día de su matrimonio y el día que llevar a su hijo al
bautizo, se comprometieron a educar a sus hijos en la fe, ¿pero realmente están
educados-formados en la fe? Si la respuesta fuera positiva estaríamos hablando de
ciegos en la doctrina católica, que se han comprometido a formar en ella, entonces,
¿ Puede un ciego guiar a otro ciego ? Pero el peor enemigo de la familia, de los hijos
y de los padres en la ignorancia religiosa.
Para salir de esta ceguera espiritual, lo primero que se necesita es que los
educadores se den cuenta de su realidad, y luego acepten ser evangelizados,
porque muchos bautizados, después de haber participado en las catequesis de la
confirmación y primera comunión, abandonan la formación cristiana, que ha de ser
permanente. Aunque hoy, gracias a la generalización de la enseñanza, los jóvenes
han adquirido una cultura superior a la de sus padres, en muchos casos este nivel
no se da en la vida cristiana, pues se constata a veces no sólo una ignorancia
religiosa, sino un cierto vacío moral y religioso en las jóvenes generaciones, que
vienen arrastrando desde la realidad de sus padres, que pasaron por el mismo
camino de guías ciegos que guían a otros ciegos.
La escuela de Jesús, en la oración, el estudio y en el apostolado, es la única
escuela que forma a los auténticos discípulos misioneros del Evangelio, que somos
todos los bautizados, llamados a ser guías sabios y seguros para sus hermanos (cf.
Lc 6, 39). La misión de ser padre y madre, laico y sacerdote, nos exige ver para
guiar a otros, con el ejemplo y la palabra ungida y valiente, pero humilde y
verdadera.
Los sacerdotes, los padres de familia y los profesores somos los primeros a
quienes se nos confía la misión de ser guías sabios y maestros atentos de la fe en
nuestras comunidades, en nuestra familia y en la escuela. Todos, cada uno, desde
nuestra vocación, estamos comprometidos cada día al servicio de nuestros
hermanos en la fe y de sangre a ser como guías sabios y obreros asiduos en la viña
del Señor.
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La ignorancia religiosa o la deficiente asimilación vital de la fe dejan a los
bautizados inermes frente a los peligros reales del secularismo, del relativismo
moral o de la indiferencia religiosa, con el consiguiente riesgo de perder la profunda
religiosidad y de la piedad popular de nuestra Ciudad.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)