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XXIV Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Lunes
Lc 7, 1-10
Ni en Israel he hallado una fe tan grande. Jesús manifiesta su admiración por
la fe del centurión: “Les aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe
tan grande” (Mt 8, 10).
La fe cristiana es una decisión que afecta a toda la existencia; es encuentro,
diálogo, comunión de amor y de vida del creyente con Jesucristo, Camino, Verdad y
Vida. Implica un acto de confianza y abandono en Cristo, y nos ayuda a vivir como
Él vivió, o sea, en el mayor amor a Dios y el hermano.
La fe, que tiene contenido moral, llega a ser „confesión‟, se convierte en
„testimonio‟, pudiendo llegar hasta el „martirio‟. La fe tiene un único punto de
referencia: la persona de Cristo, el Señor; de tal manera que la única respuesta que
podemos dar a ese mundo en donde han fracasado las ideologías, en donde la crisis
de la post-modernidad ha llevado a un ocaso del racionalismo y ha abierto nuevas
posibilidades, en donde debemos defender el don de la vida y en donde debemos
tomar el camino de la unidad, la única respuesta -repito- es Cristo, el Señor.
La fe nos lleva a „permanecer en la intimidad de Dios‟, nos introduce en el
misterio inagotable de la vida divina, nos sumerge en las profundidades insondables
del amor de Dios. Nuestra fe en Cristo que se ha encarnado, que ha muerto por
nosotros y ha resucitado, forzosamente lleva a la celebración. Es una fe que se
comparte. Es una fe que se hace Eucaristía y que por lo mismo es alegría y triunfo.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)