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Día litúrgico: Lunes XXXIV del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Lc 21,1-4): En aquel tiempo, alzando la mirada, Jesús vio a
unos ricos que echaban sus donativos en el arca del Tesoro; vio también a una
viuda pobre que echaba allí dos moneditas, y dijo: «De verdad os digo que esta
viuda pobre ha echado más que todos. Porque (…) ha echado de lo que necesitaba,
todo cuanto tenía para vivir».
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
La santidad en la vida ordinaria
Hoy, la discreta ofrenda de la viuda pobre "despierta" la atención de Jesús. Ante su
mirada, los santos no son una exigua casta de elegidos, sino una muchedumbre
innumerable: los reconocidos de forma oficial y también los bautizados de toda
época que se han esforzado por cumplir la voluntad divina. De gran parte de ellos
—como el caso de esta viuda— no conocemos ni el rostro ni el nombre, pero con los
ojos de la fe los vemos resplandecer en el firmamento de Dios.
Contemplar el luminoso ejemplo de los santos suscita en nosotros el gran deseo de
ser como ellos, felices por vivir cerca de Dios, en la gran familia de los amigos de
Dios. Ésta es la vocación de todos nosotros, reafirmada con vigor por el concilio
Vaticano II. Y para ser santos no es preciso realizar acciones extraordinarias, ni
poseer carismas excepcionales.
—Señor, la santidad exige un esfuerzo constante, pero es posible a todos, porque
—antes que obra del hombre— es un don de tu misericordia.
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