Comentario al evangelio del Martes 29 de Noviembre del 2011
Hola, amigos y amigas:
El evangelio de hoy nos presenta una imagen espontánea y vivaz de Jesús: “estaba lleno de la alegría
del Espíritu Santo”. Imaginémonos a Jesús rebosando de alegría y dirigiendo una alabanza gozosa y
agradecida a su Padre. Versículos antes, Lucas nos presenta a los discípulos que llegan de la misión y
manifiestan el gozo de haber sometido a los demonios, pero Jesús les corrige y les enseña a descubrir
una alegría mucho más profunda que la del éxito en la misión: saber que sus nombres están inscritos en
el cielo, es decir, que sus vidas están en el centro del corazón de Dios. El texto de hoy termina cuando
Jesús proclama “dichosos” a quienes le ven y le oyen porque Él es la buena nueva esperada por
muchos desde hace tantos siglos.
En pocos versículos el evangelista se refiere varias veces a la alegría, la dicha y el gozo. ¿Es posible
experimentar la alegría? Jesús nos da la clave: afirma que sólo pueden participar de ella los sencillos,
no “los sabios” ni “los entendidos”. Éstos buscan la alegría en cosas complicadas: se esfuerzan mucho
en comprenderla y merecerla, gastan demasiado dinero en comprarla, luchan en exceso por arrebatarla
a sus competidores. En cambio, los sencillos descubren que la felicidad es un don gratuito que reciben
de manos de Dios. Pero, no nos confundamos, ser sencillos no es ser simples, ni ser descuidados. La
sencillez del evangelio significa capacidad de permanente apertura, sorpresa y conversión para acoger
una Presencia amorosa que ilumina, transforma, inspira y sostiene la vida.
Quien experimenta la alegría evangélica abandona el camino del consumo de emociones fuertes para
emprender el camino cotidiano y sencillo de una espiritualidad serena y confiada y de una fraternidad
comprensiva y servicial. Quien está lleno de la alegría del Espíritu Santo, como Jesús, no deja de pisar
la tierra de este mundo, no confunde esperanza con ilusiones evasivas; sabe que en medio de las
dificultades y del abundante mal, que le rodea y que muchas veces le hace sufrir, hay una Presencia
salvadora que le capacita para amar y para comprometerse con la paz y la justicia.
Un saludo fraterno
Carlos Sánchez Miranda, cmf
Carlos Sánchez Miranda, cmf