1
XXV Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Lunes
Lc 8, 16-18
La vela se pone en el candelero, para que los que entren puedan ver. La luz de
la que se habla es la de Dios, Luz de Luz; es Cristo, luz del mundo, somos cada uno
de nosotros. Es la luz del Evangelio, que orienta el camino de los pueblos. Es muy
rico el simbolismo de la luz: la lámpara ilumina, calienta y alegra. "Lámpara es tu
palabra para mis pasos, luz en mi sendero" (Sal 119, 105), afirma en la oración la
fe de la Iglesia. Jesús, Palabra del Padre, es la luz interior que disipa la tiniebla del
pecado; es el fuego que aleja toda frialdad; es la llama que alegra la existencia; y
es el resplandor de la verdad que, brillando delante de nosotros, nos precede en el
camino. Quien lo sigue no camina en las tinieblas, sino que tiene la luz de la vida.
Así, el discípulo de Jesús debe ser discípulo de la luz (cf. Jn 8, 12; 3, 20-21).
Cristo ha queriendo haceros partícipes de su misma misión, cuando dice:
“Ustedes son la luz del mundo”. En el misterio de la Encarnación y de la Redención,
Cristo se une a todo cristiano y pone la luz de la Vida y la sal de la Sabiduría en lo
más íntimo de su corazón, transmitiendo a quien lo acoge el poder de llegar a ser
hijo de Dios (cf. Jn 1, 12) y el deber de testimoniar esta presencia íntima y esta luz
escondida.
Por tanto, la misión de la Iglesia, de cada uno de nosotros, donde estamos
viviendo, es iluminar con la luz del Evangelio. Debemos sentir el ansia y la pasión
por iluminar a todos, con la luz de Cristo, que brilla en el rostro de la Iglesia.
Cuando una casa permanece a oscuras, significa que la lámpara se ha apagado. Por
eso, que “brille nuestra luz delante de los hombres, para que vean nuestras buenas
obras y glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos” (Mt 5, 16).
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, para que vivamos el
Evangelio. Ayúdanos a no esconder la luz del Evangelio debajo del cajón de nuestra
poca fe. Ayúdanos a ser, en virtud del Evangelio, luz para nuestros hermanos, a fin
de que puedan ver el bien y glorifiquen al Padre que está en los cielos (cf. Mt 5, 14
ss).
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)