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XXV Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Miércoles
Lc 9, 1-6
Los envió a predicar el Reino de Dios y a curar a los enfermos . Jesús es el
enviado del Padre. Desde el comienzo de su ministerio, “llam a los que él quiso, y
vinieron donde él. Instituyó Doce para que estuvieran con él y para enviarlos a
predicar” (Mc 3, 13-14). En esta perspectiva hay que entender el mandato que
Jesús confi a los Apstoles y, por tanto, a la Iglesia, de „ir‟, „bautizar‟, „ensear‟,
“predicar el Evangelio a toda criatura” (Mc 16, 15), “a todas las naciones” (Mt 28,
19; Lc 24, 47), “hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20).
La Iglesia ha recibido también esa misión de anunciar el evangelio y de curar.
Esa es la misión que se ha venido realizando en todos estos siglos por personas a
las que Jesús ha llamado y ellas han respondido y luego Él las ha enviado para
realizar esta misión. La misión de proclamar el evangelio debe ir siempre
acompañada de la curación, de llevar el alivio, la salud a aquellos que lo necesitan.
Cuando nos ponemos a pensar en toda la obra que la Iglesia ha realizado nos
damos cuenta de que ha venido haciendo esta tarea, el anuncio del evangelio ha
ido acompañado de muchas obras de salud, de curación, de llevar el bien a aquellos
que lo necesitan de practicar la caridad.
Además, Jesús no solamente envió a sus discípulos a curar a los enfermos (cf.
Mt 10,8; Lc 9,2; 10,9), sino que instituyó también para ellos un sacramento
específico: la Unción de los enfermos. La Carta de Santiago atestigua ya la
existencia de este gesto sacramental en la primera comunidad cristiana (cf. St
5,14-16). Si la Eucaristía muestra cómo los sufrimientos y la muerte de Cristo se
han transformado en amor, la Unción de los enfermos, por su parte, asocia al que
sufre al ofrecimiento que Cristo ha hecho de sí para la salvación de todos, de tal
manera que él también pueda, en el misterio de la comunión de los santos,
participar en la redención del mundo (Cfr. SD 22).
Podemos llevar el anuncio del evangelio, especialmente con nuestra palabra,
con nuestra voz, con nuestra vida, con nuestro testimonio. Con la manera de hacer
vida el evangelio podemos predicar el mensaje de salvación, pero luego también
debemos unir a esta predicación la curación es decir, nosotros como enviados de
Dios, debemos preocuparnos por el bien de los demás.
Jesús, que nos llama y no envía a predicar el Evangelio y sanar a los
enfermos, nos ayude a todos a ir comprendiendo nuestra misión fundamental para
no quedarnos en otras cosas que no son tan importantes como es predicar y curar,
es lo fundamental. Para eso nos llama Jesús a formar parte de esta Iglesia.
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Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)