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XXVI Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Viernes
Lucas 10, 13-16
Quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado . El evangelista cita la
lamentación de Jesús sobre dos ciudades judías, Corozaín y Betsaida, limítrofes del
lago de Galilea, cuyo comportamiento había sido peor de lo que sería de imaginar
de ciudades paganas como Tiro y Sidón. Corozaín y Betsaida contemplaron la
fuerza liberadora de Jesús, pero no se convirtieron.
El misionero no debe desalentarse en su tarea de anunciar el evangelio, pues
tanto en la acogida que recibe como en el rechazo que padece se hace patente la
identificación solidaria entre él, Jesús y el Padre Dios. Quien lo acoge o rechaza,
rechaza a Jesús o a Dios. Aunque la experiencia del rechazo es siempre dolorosa,
en esta situación los discípulos encontrarán consuelo tomando conciencia de su
identificación y comunión con Jesús y con el Padre. No están solos en la misión.
Jesús y Dios están con ellos para que el desaliento no los descorazone y el
evangelio pueda seguir siendo anunciado y liberando a la gente.
Estas ciudades nos pueden representar a nosotros si no creemos en los
milagros que Cristo va cumpliendo cada día de nuestra vida. Cada uno en su vida
personal sabe cuántos son los milagros que Dios ha hecho en nuestra propia vida,
pero los más comunes son la Eucaristía, la conversión de nuestros corazones, las
casualidades que no tienen otro fundamento que el querer de Dios, nuestra propia
vida cuando hemos estado en riesgo de morir...
Lo que nos pide Cristo en este evangelio es que reflexionemos sobre todos
esos milagros, esas gracias que Dios nos va dando, para que se las agradezcamos
como verdaderos hijos, que aman a su Padre. Seamos agradecidos y pidamos la
gracia de ver todo lo que Dios nos ha dado. Todo es una llamada a la conversión,
que consiste en que el amor supere progresivamente al egoísmo en nuestra vida, lo
cual es un trabajo siempre inacabado. San Máximo nos dirá: “No hay nada tan
agradable y amado por Dios como el hecho de que los hombres se conviertan a Él
con sincero arrepentimiento”.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)