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XXVII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Miércoles
Lc 11, 1-4
Señor, enséñanos a orar . San Lucas, que “un día, estando Jesús orando en
cierto lugar, acabada la oración, le dijo uno de sus discípulos: Señor, enséñanos a
orar” (Lc 11, 1). Habían visto a Jesús recogido en oracin y sintieron el profundo
deseo de imitarlo. El ejemplo del Maestro despertó en los discípulos la necesidad de
hablar con el Padre.
El Señor Jesús nos ha enseñado a orar ante todo orando Él mismo: cuando le
pidieron los Apóstoles: Señor, “enséñanos a orar” (Lc 11, 1), les dio el contenido
más sencillo y más profundo de su oracin: el „Padrenuestro‟.
Jesús fue un gran orante y, con el Padre Nuestro nos enseñó sobre todo que
Dios es un Padre que nos ama, que escucha nuestras plegarias y que quiere lo
mejor para nosotros. Si interiorizamos esto, nuestra oración se hace viva y
vigorosa.
En el Evangelio de este día, Jesús afirma: “Cuando oren, digan: Padre, sea
santificado tu nombre” (Lc 11, 2). De esta forma, él nos ensea la oracin, que es
expresión de nuestra adoración y de nuestra gratitud, así como de la piedad y de
nuestras súplicas dirigidas al Creador de todo bien. En ella se manifiesta nuestra fe
y nuestra confianza en la Divina Providencia.
Todos nosotros, cuando oramos, somos discípulos de Cristo, no porque
repitamos las palabras que Él nos enseñó una vez -palabras sublimes, contenido
completo de la oración-, somos discípulos de Cristo incluso cuando no utilizamos
esas palabras. Somos sus discípulos sólo porque oramos: “Escucha al Maestro que
ora; aprende a orar. Efectivamente, para esto oró Él, para enseñar a orar”, afirma
San Agustín (Enarrationes in Sal 56, 5).
Al enseñar a sus discípulos a orar, Jesús nos revela quién es su Padre y
nuestro Padre, y abre nuestro corazón a nuestros hermanos y hermanas.
Dejémonos alcanzar por el soplo del Espíritu Santo, quien hace de nosotros
verdaderos orantes.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)