1
XXVII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Viernes
Lc 11, 15-26
Si yo expulso a los demonios con el poder de Dios, eso significa que el Reino
de Dios ha llegado a ustedes . Jesús anuncia muchas veces que el reino de Dios ha
venido al mundo. Y, en el conflicto con los adversarios que no dudan en atribuir un
poder demoníaco a las obras de Jesús, Él los confunde con una argumentación que
concluye afirmando lo siguiente: “Pero si expulso a los demonios por el dedo de
Dios, sin duda que el reino de Dios ha llegado a vosotros” (Lc 11, 20). En Él y por
Él, pues, el espacio espiritual del dominio divino toma su consistencia: el reino de
Dios entra en la historia de Israel y de toda la humanidad, y Él es capaz de
revelarlo y de mostrar que tiene el poder de decidir sobre sus actos. Lo muestra
liberando de los demonios: todo el espacio psicológico y espiritual queda así
reconquistado para Dios.
El reino de Dios significa, realmente, la victoria sobre el poder del mal que hay
en el mundo y sobre aquel que es su principal agente escondido. Se trata del
espíritu de las tinieblas, dueño de este mundo; se trata de todo pecado que nace en
el hombre por efecto de su mala voluntad y bajo el influjo de aquella arcana y
maléfica presencia. Jesús, que ha venido para perdonar los pecados, incluso cuando
cura de las enfermedades, advierte que la liberación del mal físico es señal de la
liberación del mal más grave que arruina el alma del hombre.
Los diversos signos del poder salvífico de Dios ofrecidos por Jesús con sus
milagros, conectados con su Palabra, abren el camino para la comprensión de la
verdad del reino de Dios en medio de los hombres. El reino que Jesús, como Hijo de
Dios encarnado, ha inaugurado en la historia del hombre, siendo de Dios, se
establece y crece en el espíritu del hombre con la fuerza de la verdad y de la
gracia, que proceden de Dios.
La venida del Reino de Dios es la derrota del reino de Satanás (cf. Mt 12, 26):
"Pero si por el Espíritu de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a
vosotros el Reino de Dios" (Mt 12, 28). Los exorcismos de Jesús liberan a los
hombres del dominio de los demonios (cf Lc 8, 26-39). Anticipan la gran victoria de
Jesús sobre "el príncipe de este mundo" (Jn 12, 31). Por la Cruz de Cristo será
definitivamente establecido el Reino de Dios: “Dios reinó desde el madero de la
Cruz” (himno "Vexilla Regis"; Cfr. CIgC 550)
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)