1
XXVIII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Lunes
Lc 11, 29-32
A la gente de este tiempo no se le dará otra señal que la del profeta Jonás . La
señal a la que Jesús alude como signo de que Él es le Mesías, el Salvador, es que
así como Jonás estuvo en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así estaría
el Hijo del hombre en el corazón de la tierra (sepulcro) tres días y tres noches.
Por tanto, la señal de Jonás es el Cristo crucificado - son los testimonios que
completan “lo que falta a los sufrimientos de Cristo” (Col 1, 24). En todos los
períodos de la historia siempre se ha verificado la palabra de Tertuliano: Es una
semilla la sangre de los mártires; en otras palabras, el reino de Dios exige violencia
(Mt 11, 12; Lc 16, 16), pero la violencia de Dios es el sufrimiento, es la cruz. No
podemos dar vida a otros, sin dar nuestra vida. Y pensamos también en las
palabras del Salvador: “... el que sacrifique su vida por mí y por el Evangelio, la
salvará” (Mc 8, 35).
Al decir Jesús que no les dará otra señal que la del profeta Jonás, está
profetizando su resurrección. Jesús fue absorbido por la oscuridad de la muerte,
pero para ser devuelto a la plenitud de la luz y la vida: como la ballena retuvo en
su vientre a Jonás, para devolverlo después de tres días, así también la tierra abrirá
sus fauces para liberar el cuerpo luminoso del Viviente, Cristo Jesús resucitado.
El signo que el Señor nos sigue dando no es otro que el “signo de Jonás” (ver
Mt 12,38-40): Que Jesús murió y resucito para nuestra salvación. En efecto, su
Resurrección será el signo definitivo y fundamental que propone a todos para
autentificar su obra, su misión y su Persona. Por su muerte y posterior Resurrección
han de saber todos que Él verdaderamente es el Mesías, el Hijo de Dios, Él es para
nosotros “fuerza de Dios y sabiduría de Dios”.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)