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XXX Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Martes
Lc 13, 18-21
Creció la semilla y se convirtió en un arbusto . “El reino de Dios es como... un
grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero
después, brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan
grandes, que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas” (Mc 4, 26. 31-32).
En el Evangelio de hoy se compara el reino con el grano de mostaza. En esta
parábola podemos ver también una semejanza con el crecimiento de la Iglesia, la
cual, desde sus modestos comienzos, se fue extendiendo por tantos pueblos,
naciones y países. En nuestra patria este proceso, iniciado hace ya casi cinco siglos,
tuvo características tan singulares como la misma fecundidad de nuestros campos y
bosques, desde luego con la presencia de santa María de Guadalupe.
Ahora nos corresponde a nosotros continuar sembrando la semilla del Reino
hasta conseguir que aquella pequeña semilla (cf. Mc 4, 31), produzca “ramas tan
grandes que las aves del cielo puedan anidar en su sombra” (Ibidem 4, 32). Esto es
misión de toda todos nosotros, pero no se olviden que esta tarea en los laicos
ocupa un puesto destacado. Son ustedes, queridos seglares, quienes han de llenar
de sentido cristiano toda actividad temporal: en la familia y en el trabajo, en la
ciudad, en el comercio, en toda la vida social. Esa es su misión: “impregnar y
perfeccionar todo el orden temporal con el espíritu evangélico” (AA 5). Al laico se
le pueden y se le debería aplicar las palabras del Profeta: “A él lo hice testigo para
los pueblos” (Is 55, 4). Ustedes laicos, deben ejercer esta hermosa tarea, en primer
lugar, con la coherencia de vuestra vida -testimonio de la presencia de Cristo entre
los hombres-, de modo que viendo “sus buenas obras, glorifiquen a su Padre que
está en los cielos” (Mt 55, 10-11).
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)