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XXX Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Viernes
Lc 14, 1-6
Si a alguien se le cae en un pozo su burro o su buey, ¿no lo saca aunque sea
sábado? Si Jesús realiza en sábado algunos de sus milagros, lo hace no para violar
el carácter sagrado del día dedicado a Dios, sino para demostrar que este día santo
está marcado de modo particular por la acción salvífica de Dios. El obrar de Jesús
es para el bien del hombre; por consiguiente, no es contrario a la santidad del
sábado, sino más bien la pone de relieve: “El sábado fue hecho a causa del hombre,
y no el hombre por el sábado.
Cuando Jesús dice que el Hijo del Hombre también es señor del sábado, está
afirmando que Él supera a la ley, al sábado y al Templo, por la única razón de que
en Él reside, como dice san Pablo, la plenitud de la divinidad.
Cristo proclama que ‘es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar
una vida en vez de destruirla’ (Mc 3, 4). El sábado, que representaba la coronación
de la primera creación, es sustituido por el domingo que recuerda la nueva
creación, inaugurada por la resurrección de Cristo.
La importancia del sábado, del domingo para nosotros, está en usar el
descanso para encontrarnos con Dios y con los demás; para levantar nuestros ojos
y nuestro corazón hacia Él. Lo importante de este tiempo consagrado a Dios, es que
sea para lo que es: tiempo para santificarnos. El domingo es, pues, para extender
la mano hacia Jesús y encontrarnos con Dios y con los hermanos. El domingo, día
del Señor, no pretende ser más que eso, un día dedicado para enriquecer la
experiencia del encuentro con Dios.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)