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XXXI Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Sábado
Lc 16, 9-15
Si con el dinero, tan llenos de injusticias, no fueron files, ¿quién les confiará
los bienes verdaderos ? En el evangelio de hoy, Jesús nos recuerda que no podemos
servir a Dios y al dinero. Porque el corazón acaba escogiendo: o amo a Dios sobre
todas las cosas o acabaré amando a todas las cosas sobre Dios.
Esto no significa que si escojo a Dios ya no puedo disfrutar de los bienes de la
tierra. De hecho, es al contrario: el que sirve a Dios, usa las cosas como medios, no
como fines: y ese desprendimiento hace que saboreemos las cosas con libertad.
En cambio, el que sirve al dinero y pone su corazón en las cosas materiales,
pierde constantemente la paz y la alegría, porque nunca tiene bastante. “La
abundancia de riquezas no sólo no sacia la ambición del rico, sino que la aumenta,
como sucede con el fuego que se fomenta más cuando encuentra mayores
elementos que devorar…”, enseña San Juan Crisóstomo.
Por consiguiente busquemos utilizar los bienes personales y materiales de tal
modo que, al final de nuestra vida, nos reciba nuestro Padre en las “moradas
eternas”.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)