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XXXII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Lunes
Lc 17, 1-6
Si tu hermano te ofende siete veces al día, y siete veces viene a ti para
decirte, que se arrepiente, perdónalo . Con esta respuesta el Señor quiere que Pedro
tenga claro, y nosotros también, que no debemos poner límites a nuestro perdón a
los demás. Al igual que el Señor está siempre dispuesto a perdonarnos, también
nosotros debemos estar prontos a perdonarnos mutuamente.
Y ¡qué grande es la necesidad de perdón y reconciliación en nuestro mundo de
hoy, en nuestras comunidades y familias, en nuestro mismo corazón! Por esto, el
sacramento específico de la Iglesia para perdonar, el sacramento de la penitencia,
es un don del Señor sumamente preciado.
En el sacramento de la penitencia Dios nos concede su perdón de modo muy
personal. Por medio del ministerio del sacerdote, vamos a nuestro Salvador con el
peso de nuestros pecados. Confesamos que hemos pecado contra Dios y contra
nuestro prójimo. Manifestamos nuestro dolor y pedimos perdón al Señor. Entonces,
a través del sacerdote, oímos a Cristo que nos dice: “Tus pecados quedan
perdonados” ( Mc 2, 5): “Anda y en adelante no peques más” ( Jn 8, 11). ¿No
podemos oír también que nos dice al llenarnos de su gracia salvífica: “Derrama
sobre los otros setenta veces siete este mismo perdón y misericordia”?
Con la Bienaventurada Madre de Dios, proclamemos la misericordia de Dios
que se extiende de generación en generación, buscando el perdón y dando el
perdón hasta setenta veces siete.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)