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XXXIV Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Lunes
Lc 21, 1-4
Vio a una viuda pobre que echaba dos moneditas . En algunas ocasiones las
mujeres aparecen en las parábolas con las que Jesús de Nazaret explicaba a sus
oyentes las verdades sobre el Reino de Dios; así lo vemos en la parábola de la
dracma perdida (cf. Lc 15, 8-10), de la levadura (cf. Mt 13, 33), de las vírgenes
prudentes y de las vírgenes necias (cf. Mt 25, 1-13).
Particularmente elocuente es la narración del óbolo de la viuda, en el
evangelio de hoy. Mientras “los ricos (...) echaban sus donativos en el arca del
tesoro (...) una viuda pobre echaba allí dos moneditas”. Entonces Jesús dijo: “Esta
viuda pobre ha echado más que todos (...) ha echado de lo que necesitaba, todo
cuanto tenía para vivir” (Lc 21, 1-4). Con estas palabras Jesús la presenta como
modelo, al mismo tiempo que la defiende, pues en el sistema socio-jurídico de
entonces las viudas eran unos seres totalmente indefensos (cf. también Lc 18, 1-7).
Es particularmente conmovedor meditar en la actitud de Jesús hacia la mujer:
se mostró audaz y sorprendente para aquellos tiempos, cuando, en el paganismo,
la mujer era considerada objeto de placer, de mercancía y de trabajo, y, en el
judaísmo, estaba marginada y despreciada.
Jesús mostró siempre la máxima estima y el máximo respeto por la mujer, por
cada mujer, y en particular fue sensible hacia el sufrimiento femenino. Traspasando
las barreras religiosas y sociales del tiempo, Jesús restableció a la mujer en su
plena dignidad de persona humana ante Dios y ante los hombres.
Es triste ver cómo la mujer en el curso de los siglos ha sido tan humillada y
maltratada. ¡Sin embargo, debemos estar convencidos de que la dignidad del
hombre, como la de la mujer, se encuentra de modo total y exhaustivo sólo en
Cristo! Por tanto, Jesús, habiendo amado a cada hombre y mujer de todos los
tiempos los ha hecho amables, es decir, dignos de ser amados. De ahí nace el
deber de amar y el derecho a ser amado.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)