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Fiesta. Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán (9 de noviembre)
Jn 2, 13-22
Jesús hablaba del templo de su cuerpo . Escuchamos estas palabras en la
liturgia de la fiesta de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, catedral
de Roma, madre de todas las iglesias. Estas palabras evocan el misterio de la
muerte y resurrección de Cristo. Los adversarios de Jesús destruyeron su cuerpo,
clavándolo de la cruz, pero este „templo‟, al cabo de tres días, lo reconstruirá
mediante la resurrección. La muerte dolorosa y „escandalosa‟ de Cristo se coronará
con el triunfo de su gloriosa resurrección. Todos nosotros, miembros de la Iglesia,
hemos de configurarnos con Jesús crucificado y resucitado.
El Señor Jesús, crucificado y resucitado (cf. Jn 2,19-21), transforma a los que
creen en él en el templo de piedras vivas que es la Iglesia peregrina en el tiempo:
“Acercándose a él, piedra viva, desechada por los hombres, pero elegida, preciosa
ante Dios, también ustedes, cual piedras vivas, entran en la construcción de un
edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales,
aceptos a Dios por mediación de Jesucristo” ( 1 P 2,4-5).
Acercándose a Aquel que es “piedra viva” se construye el edificio espiritual de
la alianza nueva y perfecta y se prepara la fiesta del Reino, „todavía no‟ plenamente
realizado, mediante los sacrificios espirituales (cf. Rm 12,1-2), agradables a Dios
precisamente porque se hacen en Cristo, por Él y con Él, la Alianza en persona. Así,
la Iglesia se presenta sobre todo como el „templo santo, representado en los
templos de piedra‟ (7).
Todo lugar reservado al culto divino es signo del templo espiritual, que es la
Iglesia, formada por piedras vivas, es decir, por fieles unidos por la única fe, por la
participación en los sacramentos y por el vínculo de la caridad. Los santos, en
particular, son piedras preciosas de este templo espiritual.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)