EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Viernes de la II Semana de Adviento
Libro de Isaías 48,17-19.
Así habla el Señor, tu redentor, el Santo de Israel: Yo soy el Señor, tu Dios, el que
te instruye para tu provecho, el que te guía por el camino que debes seguir.
¡Si tú hubieras atendido a mis mandamientos, tu prosperidad sería como un río y tu
justicia, como las olas del mar!
Como la arena sería tu descendencia, como los granos de arena, el fruto de tus
entrañas; tu nombre no habría sido extirpado ni borrado de mi presencia. Invitación
a salir de Babilonia
Salmo 1,1-2.3.4.6.
¡Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en el
camino de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor y la medita de día y de noche!
El es como un árbol plantado al borde de las aguas, que produce fruto a su debido
tiempo, y cuyas hojas nunca se marchitan: todo lo que haga le saldrá bien.
No sucede así con los malvados: ellos son como paja que se lleva el viento.
porque el Señor cuida el camino de los justos, pero el camino de los malvados
termina mal.
Evangelio según San Mateo 11,16-19.
¿Con quién puedo comparar a esta generación? Se parece a esos muchachos que,
sentados en la plaza, gritan a los otros:
'¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no
lloraron!'.
Porque llegó Juan, que no come ni bebe, y ustedes dicen: '¡Ha perdido la cabeza!'.
Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: 'Es un glotón y un borracho,
amigo de publicanos y pecadores'. Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus
obras".
Comentario del Evangelio por
San Alfonso María de Ligorio (1696-1787), obispo y doctor de la Iglesia
1er Discurso de la novena de Navidad
Responder a la llamada de Dios, para acoger al Salvador
Con un corazón ardiente, digamos con San Agustín: «Inflama nuestras
almas". Verbo encarnado, te hiciste hombre para encender en nuestros corazones
el fuego del amor divino: ¿cómo pudiste encontrar en nosotros tanta ingratitud? No
ahorraste nada para hacerte amar; llegaste a sacrificar tu sangre y tu vida. ¿De
dónde viene que los hombres permaneciéramos insensibles a tantos beneficios?
¿Posiblemente los ignoran? No, saben y creen que, por amor a ellos, viniste del
cielo revestido de carne humana y cargaste con nuestras miserias; saben que, por
amor para ellos, quisiste llevar una vida de continuos sufrimientos y sufrir una
muerte ignominiosa.
Después de esto ¿cómo explicar que viven en un olvido completo de tu
extrema bondad? Quieren a sus parientes, quieren a sus amigos, aman incluso a los
animales... ¡ Sólo hacia ti, no muestran amor ni reconocimiento! ¿Pero qué digo?
Acusando a otros de ingratitud, yo mismo me condeno, ya que mi conducta hacia ti
fue peor que la suya. No obstante, tu misericordia me devuelve el coraje; sé que
me sostuvo mucho tiempo, con el fin de perdonarme y de abrasarme en tu amor,
con la única condición de que quiera arrepentirme y quererte.
Sí, Dios mío, quiero arrepentirme; quiero amarte con todo mi corazón.
Aunque veo que mi corazón... te ha abandonado para gustar las cosas de este
mundo; pero veo también que, a pesar de esta traición, todavía me reclamas. Por
eso, con toda la fuerza de mi voluntad, te lo dedico y te lo doy. Dígnate pues
inflamarlo por completo de tu santo amor; haz que en lo sucesivo no ame otra cosa
más que a tí... Te quiero, Jesús; ¡te amo, mi sumo Bien ! Te amo, único amor de mi
alma.
María, madre mía, eres "la madre del amor hermoso" (Si 24,24 Vulg),
obténme la gracia de amar a mi Dios; es lo que espero de ti.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”