COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones radiales de Monseñor Rubén Oscar Frassia
Domingo 27 de noviembre de 2011
1º Domingo de Adviento
Evangelio según San Marcos 13, 33-37 (ciclo B)
Jesús dijo a sus discípulos “Tengan cuidado y estén prevenidos, porque no
saben cuándo llegará el momento. Será como un hombre que se va de
viaje, deja su casa al cuidado de sus servidores, asigna a cada uno su tarea,
y recomienda al portero que permanezca en vela. Estén prevenidos,
entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa, si al atardecer,
a medianoche, al canto del gallo o por la mañana. No sea que llegue de
improviso y los encuentre dormidos. Y esto que les digo a ustedes, lo digo a
todos: ¡Estén prevenidos!”.
La actitud de vigilancia .
Estamos viviendo el tiempo definitivo. El Señor ha entrado en la vida de los
hombres, en la historia de la humanidad. Lo eterno se ha iniciado y
comienza el tiempo y nosotros siempre nos relacionamos con lo eterno en el
tiempo. Con lo eterno, que es Dios, en este tiempo presente; y tenemos que
acostumbrarnos a vivir este tiempo en la presencia de Dios.
De allí que cada cosa que uno haga, cada cosa que uno realiza, tiene una
dimensión de trascendencia y de absoluto. Lo que uno pueda servir: atender
un enfermo, visitar a un preso, acercar un vaso de agua, el buen trato en la
familia, el buen trato con los demás, los actos de caridad y de misericordia,
todo tiene un valor infinito, un valor incalculable y eterno, pero metido en el
tiempo, en el “aquí” y en el “ahora”.
Por eso, nosotros que somos administradores, tenemos que estar
prevenidos, estar atentos, vigilantes y respondiendo a aquello que el Señor
nos pide, a aquello que el Señor nos da.
¡No dejemos para mañana, lo que mañana puede ser nunca!
¡No sabemos cuándo nos podemos encontrar con Dios cara a cara!
La vida no la tenemos comprada.
No pensemos que vamos a vivir siempre.
La vida, que tiene un valor importantísimo, es relativa con el tiempo.
Pero a la vida que Dios nos prestó -El y el amor de nuestros padres-
tenemos que rendirle cuentas y las cosas se dan en vida. Presencia,
conciencia, responsabilidad, trabajo: ante esto hay tres actitudes para
subrayar.
Primero, en este tiempo de Adviento hay que vigilar y rezar para ver qué es
lo que quiere Dios y qué nos muestra a cada uno de nosotros.
Segundo, estamos caminando y el caminar es una atención, un movimiento
de un lugar a otro, donde tenemos que convertirnos, acercarnos más a Dios
porque al hacerlo nos humanizamos más.
La tercera característica es el testimonio, que se tiene que dar aquí y ahora;
en el trato, en el servicio, en el trabajo; pero hacerlo con alegría. La alegría
de poder servir; la alegría de poder dar; la alegría de poder sacrificarnos; la
alegría de poder hacer el bien; la alegría de poder compartir el amor de Dios
con todos los hermanos. Una característica propia del Adviento es la
esperanza; la alegría de la esperanza
Que este tiempo de Adviento que comenzamos, sea de preparación con el
Señor que vino y para el Señor a quien esperamos en su venida definitiva.
Que el Señor los bendiga, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. Amén.