Martes 29 de Noviembre de 2011
Martes 1ª semana de Adviento 2011
Isaías 11,1-10
Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un
vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de prudencia y sabiduría,
espíritu de consejo y valentía, espíritu de ciencia y temor del Señor. Le inspirará el
temor del Señor.
No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará a los pobres
con justicia, con rectitud a los desamparados. Herirá al violento con la vara de su
boca, y al malvado con el aliento de sus labios. La justicia será cinturón de sus
lomos, y la lealtad, cinturón de sus caderas.
Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el
novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastorea. La vaca
pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león comerá paja con el buey.
El niño jugará en la hura del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la
serpiente. No harán daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el
país de ciencia del Señor, como las aguas colman el mar. Aquel día, la raíz de Jesé
se erguirá como enseña de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será gloriosa su
morada.
Salmo responsorial: 71
R/Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente
Dios mío, confía tu juicio al rey, / tu justicia al hijo de reyes, / para que rija a
tu pueblo con justicia, / a tus humildes con rectitud. R.
Que en sus días florezca la justicia / y la paz hasta que falte la luna; / que
domine de mar a mar, / del Gran Río al confín de la tierra. R.
Él librará al pobre que clamaba, / al afligido que no tenía protector; / él se
apiadará del pobre y del indigente, / y salvará la vida de los pobres. R.
Que su nombre sea eterno, / y su fama dure como el sol: / que él sea la
bendición de todos los pueblos, / y lo proclamen dichoso todas las razas de la
tierra. R.
Lucas 10,21-24
En aquel tiempo, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó Jesús: "Te
doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas
a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre,
porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce
quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el
Hijo se lo quiere revelar."
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: "¡Dichosos los ojos que ven lo
que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que
veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron."
COMENTARIOS
Este texto muestra cómo Jesús supo percatarse de las personas a las que
Dios quiso revelarse. No fueron los sabios y entendidos, sino la gente sencilla, los
pobres y pequeños. Jesús mismo nació y se formó entre ellos. Los discípulos
pertenecían a este grupo. Ellos acogieron el mensaje de Jesús, mientras los
doctores de la ley, que pretendían saberlo todo, constantemente pusieron a prueba
a Jesús y lo rechazaron.
El mensaje de salvación incluye también a estos pequeños. Es la apertura a
una porción de la sociedad que a menudo está excluida. A ellos se dirige Jesús al
pronunciar la bienaventuranza de la pobreza (v. 23b), confirmando la Buena Noticia
que estaba aconteciendo en medio de ellos.
Jesús llama Padre a Dios. Es el Padre que se preocupa por sus hijos y viene a
rescatar a los indefensos, a los que están a la intemperie y a los abandonados.
La comunidad cristiana está llamada a vivir esta preferencia. Sería una
contradicción al mensaje de Jesús el que en la misma comunidad se excluyera a los
pequeños de hoy y no se les dejara ser protagonistas de la misión para la cual el
Señor también los ha llamado.
Juan Alarcón, s.j..
(Extracto de servicios KOINONÍA)