Una casa para Dios
Uno de los ítems que definen el progreso de un pueblo es la
construcción. En bonanza económica hay competencia de lujos,
arquitectura, estilos, dimensiones, espacios. Muchas veces la
soberbia humana construye en apariencia suma sin personal que
habite o haga uso de tanto imperio. Alrededor abundan los suburbios,
las casas de cartón…y los “homeless”, los sin casa.
A David también le entró el prurito de hacer casa, nada menos que a
Dios. Y el profeta Natán cae en la trampa. Dios mismo se encarga de
disipar semejante tentación. Cuando Dios se humaniza no llega a los
palacios. Habita en una tienda. Juan dice: “Y acampó”. También hoy
los templos comienzan a estar vacíos. Tanto arte terminó en museo.
En otra página bíblica hoy, María es invitada a alojar a Dios. La mera
propuesta del Ángel sorprende a la anfitriona. Estamos a las puertas
de uno de los momentos más profundos, significativos y
trascendentales de la historia de salvación. María acepta ser Madre.
Ya no es la casa ostentosa de David. Es el silencio, el interior, la
intimidad del Ser todo de María que se constituye en ambiente para
la cita entre Dios y la humanidad.
Pablo habla del ´misterio´ de Dios hecho encontradizo, cercano,
conviviente con cada pueblo, cultura, ser humano. Esta cercanía de
Dios nos tortura o porque no la entendemos, o no nos gusta, o la
rechazamos, o nos “mueve el piso” y rompe nuestra rutina, nuestra
pasividad, nos echa en cara tanta mediocridad. Adoremos con María
este misterio y preparemos también casa a Dios en nuestro corazón.
Cochabamba 18.12.11
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com