Ciclo B. II Domingo de Adviento
Antonio Elduayen, C.M.
Queridos amigos:
La Navidad o Natividad o Nacimiento del Señor es tan importante para nosotros,
que nos pasamos todo el final de año (Adviento) preparándonos para celebrarla lo
mejor posible, cristiana, humana y comercialmente. O, quizás para bastantes,
comercial, humana y cristianamente, según donde se pongan el acento. Tanto
influye la Navidad, que, por ejemplo, pensamos y actuamos como si el Adviento,
tiempo litúrgico en el que estamos, fuera sólo un tiempo de preparación para la
Navidad. Y aunque la Navidad ya fue y pasó, seguimos pensando igual. Y seguimos
pensando igual, aunque sabemos que está pendiente la segunda venida del Señor,
que, sí debiera preocuparnos, pero que por ser al final de los tiempos, no parece
quitarnos el sueño.
Seguimos pensando igual, es decir, en celebrar una buena Navidad, aunque hoy en
día, son millones los nacimientos, que, como el de Jesús, se hacen en condiciones
infrahumanas o no se hacen (por el aborto). Y son millones las personas, familias y
pueblos, que necesitan de Jesús para ser felices y salvarse, pero que ni saben si
existe, y, lo que es peor, los que sí sabemos y celebramos su Navidad no hacemos
gran cosa para que nazca y crezca en ellos (por las misiones). Es por estas cosas -
y por otras muchas-, que me gusta el Adviento que nos presenta el evangelista
Marcos (Mc 1, 1-8), que habrá de guiarnos en las lecturas dominicales del año
2012.
Me gusta cómo Marcos plantea el Adviento porque, dando por supuesta la Navidad,
nos lleva al encuentro con un Jesús ya adulto, presente en el Jordán, de quien el
gran profeta Juan el Bautista no se considera digno ni de descalzarle las sandalias.
A un Jesús, que está por iniciar una misión, que ha de necesitar seguidores, gente
que se enrole a su servicio. No habla de prepararse para celebrar un nacimiento
que ya fue sino de comprometerse con Él y de vivir de su bautizo, pues Él bautizará
con el Espíritu Santo. Citando a Isaías (40, 3-4) nos dice que el Precursor Juan el
Bautista ha sido enviado a preparar el camino de y hacia Jesucristo, allanando
baches y montículos, en su modo figurado de hablar. Es lo que también tenemos
que hacer nosotros para ir y llevar a otros al encuentro con Jesús.
Para Marcos el Adviento es sólo el comienzo de una Gran Buena Noticia, que él
llama Evangelio, y que tiene que ver con Jesucristo, que es Hijo de Dios. Ir
convenciendo de esto a los lectores hasta que lleguen a proclamar que realmente
ese hombre Jesús es Hijo de Dios, es lo que Marcos se propone con su evangelio,
que es el más corto. Pero que es el que más necesitamos leer en este tiempo de
Adviento, para que cuando llegue la Navidad podamos exclamar: realmente este
niño es Hijo de Dios. Entonces empezaremos a cambiar de verdad según Jesucristo
y ayudaremos a cambiar nuestro entorno. Prendamos cada semana la Corona de
Adviento, vayamos armando el belén y el pino de Navidad, aprendamos villancicos
y hagamos las posadas, etc., todo lo que quieran, pero, ante todo, leamos y
meditemos el evangelio de Marcos.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)