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Camineros que saben esperar en camino
Domingo 2º de Adviento. Mc 1, 1-8
4 de diciembre de 2011
Con un tiempo litúrgico que nos ha estrenado el año nuevo, entramos en este segundo domingo de
adviento a los protagonistas que nos van a acompañar en este itinerario de espera y esperanza. El
comienzo del Evangelio de Marcos nos trae un eco de aquello que decía Isaías. Juan el Bautista es el
continuador de esa serie de imperativos que escucharemos en la 1ª lectura de la Misa: “Consolad a mi
pueblo..., gritadle que se ha cumplido su servicio..., preparadle un camino al Señor, allanad la estepa,
alzad los valles, abajad las colinas, enderezad lo torcido, igualad lo escabroso...” (Is 40,1-5). El Bautista,
mucho más escueto, dirá simplemente: “Preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos” (Mc 1,3).
Ambos profetas inciden en lo mismo: que el Señor va a llegar y que su llegada no se puede improvisar.
Algunos Santos Padres, como S.Bernardo, hablaban de los tres Advientos, las tres llegadas del
Señor: la que aconteció hace dos mil años cuando vino en la humildad de nuestra carne; la que acontecerá
al final de los tiempos, cuando Él vuelva en su gloria; y la que deseablemente acontece en la vida del
creyente que acoge al Señor. Por eso, la actitud justa de un cristiano no es la nostalgia por aquella primera
llegada de Jesucristo en Belén, ni tampoco el temor por la última venida, al final de los tiempos. La actitud
de un cristiano que quiere celebrar en serio la venida cotidiana de Dios, es precisamente prepararse en el
sentido que indican Isaías y Juan Bautista.
Cuáles son las altiveces que hay que allanar, cuáles los entuertos que hay que enderezar, cuáles
los extravíos que hay que devolver a la verdad... es algo que cada uno debe ir viéndolo personalmente. Un
creyente que se propone celebrar la Navidad-cristiana, sabe que el mensaje de Isaías y del Bautista no es
la consabida cantinela que corresponde a este tiempo, sino que, efectivamente, hay que ir preparando ya
nuestros caminos para vivir en cristiano este tiempo que en parte ha sido secuestrado paganamente.
Mirando a Dios, mirando a nuestro derredor –ese entorno más próximo como también el más lejano–, y
mirando a nuestra propia conciencia personal, sin lugar a dudas que hallaremos en nuestra vida
pensamientos-palabras-acciones-omisiones... que están pidiendo una revisión para que el Señor pueda
transitar nuestros caminos y nosotros recorrer sus senderos. Tiempo de Adviento, tiempo de cambio, de
reconciliación, de conversión. Un tiempo en el que poner nombre a nuestra espera, para que no sea jamás
vana nuestra esperanza.
Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo
Corrada del Obispo 1. 33003 Oviedo