El que cree espera.
2011-12-14
Evangelio
Del santo Evangelio según san Lucas 7, 19-23
En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar a Jesús: «¿Eres Tú
el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?». Cuando llegaron a donde
estaba Jesús, le dijeron: «Juan el Bautista nos ha mandado a preguntarte si eres Tú
el que ha de venir o tenemos que esperar a otro».
En aquel momento, Jesús curó a muchos de varias enfermedades y dolencias y de
espíritus malignos, y a muchos ciegos les concedió la vista. Después contestó a los
enviados: «Vayan a contarle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los
cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y
a los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso el que no se escandalice de mí».
Palabra del Señor.
Oración introductoria
Abre, Señor, mi corazón para que sepa experimentar tu amor en esta meditación.
Creo, espero, te amo y te pido tu gracia para saberte reconocer en los demás.
¡Ven, Espíritu Santo!
Petición
Señor, prepara mi corazón para que sepa esperar con alegría y caridad tu próxima
venida.
Meditación
El que cree espera.
«El Adviento cristiano es una ocasión para despertar de nuevo en nosotros el
sentido verdadero de la espera, volviendo al corazón de nuestra fe, que es el
misterio de Cristo, el Mesías esperado durante muchos siglos y que nació en la
pobreza de Belén. Al venir entre nosotros, nos trajo y sigue ofreciéndonos el don de
su amor y de su salvación. Presente entre nosotros, nos habla de muchas maneras:
en la Sagrada Escritura, en el año litúrgico, en los santos, en los acontecimientos
de la vida cotidiana, en toda la creación, que cambia de aspecto si detrás de ella se
encuentra él o si está ofuscada por la niebla de un origen y un futuro inciertos.
Nosotros podemos dirigirle la palabra, presentarle los sufrimientos que nos
entristecen, la impaciencia y las preguntas que brotan de nuestro corazón. Estamos
seguros de que nos escucha siempre. Y si Jesús está presente, ya no existe un
tiempo sin sentido y vacío. Si él está presente, podemos seguir esperando incluso
cuando los demás ya no pueden asegurarnos ningún apoyo, incluso cuando el
presente está lleno de dificultades.
Queridos amigos, el Adviento es el tiempo de la presencia y de la espera de lo
eterno. Precisamente por esta razón es, de modo especial, el tiempo de la alegría,
de una alegría interiorizada, que ningún sufrimiento puede eliminar. La alegría por
el hecho de que Dios se ha hecho niño. Esta alegría, invisiblemente presente en
nosotros, nos alienta a caminar confiados» (Benedicto XVI, 28 de noviembre de
2009).
Reflexión apostólica
«También hoy la Iglesia necesita líderes católicos, es decir, hombres motivados,
formados y capaces de ejercer un influjo positivo en cada sector de la vida social
por el testimonio de su vida, por su palabra y por su caridad evangélica» (Manual
del miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 337).
Propósito
Reflexionar sobre los medios concretos con los que me preparo para la Navidad.
Diálogo con Cristo
¡Señor, me alegra tanto saber que la Navidad está cerca! Con tu Encarnación me
vienes a recordar la verdad fundamental de mi fe: ¡Dios me ama! Ayúdame a
dedicarme con la oración y el celo ardiente a transmitir esta hermosa realidad a
todas las personas, especialmente a aquellos miembros de mi familia que se han
olvidado del verdadero sentido del Adviento, como camino de preparación.
«Rechaza los ataques de tristeza y de melancolía; evita todo aquello que te traiga
desazón o inquietudes, porque son formas éstas de Satanás para prepararse el
camino y dar el golpe certero contra la santa virtud»
( Cristo al centro, n. 2206).