Ser pequeños para ser sabios
2011-12-09
Evangelio
Del santo Evangelio según san Mateo 11, 16-19
En aquel tiempo, Jesús dijo: «¿Con qué podré comparar a esta gente? Es
semejante a los niños que se sientan en las plazas y se vuelven a sus compañeros
para gritarles: “Tocamos la flauta y no han bailado; cantamos canciones tristes y no
han llorado”.
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dijeron: “Tiene un demonio”. Viene el
Hijo del hombre, y dicen: “Ese es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y
gente de mal vivir”. Pero la sabiduría de Dios se justifica a sí misma por sus obras».
Palabra del Señor.
Oración introductoria
Señor, quiero iniciar esta meditación pidiéndote perdón con humildad por mis faltas
y omisiones al no saber descubrir lo bueno que hay en los demás. Ilumina mi
oración para que ésta me lleve a crecer en el amor a los demás.
Petición
Jesucristo, dame un corazón auténticamente bondadoso para crecer en una de las
expresiones más auténticas de la caridad: la benedicencia, que es el amar a los
demás por medio de la palabra.
Meditación
Ser pequeños para ser sabios
«Y está el otro modo de usar la razón, de ser sabios: el del hombre que reconoce
quién es; reconoce su medida y la grandeza de Dios, abriéndose con humildad a la
novedad de la acción de Dios. Así, precisamente aceptando su propia pequeñez,
haciéndose pequeño como es realmente, llega a la verdad. De este modo, también
la razón puede expresar todas sus posibilidades, no se apaga, sino que se
ensancha, se hace más grande. Se trata de otra sofìa y sìnesis, que no excluye del
misterio, sino que es comunión con el Señor en el que descansan sabiduría y
conocimiento íntimo, y su verdad.
En este momento pidamos al Señor que nos conceda la verdadera humildad; que
nos dé la gracia de ser pequeños para poder ser realmente sabios; que nos ilumine;
que nos haga ver su misterio de la alegría del Espíritu Santo; y que nos ayude a ser
verdaderos teólogos, que pueden anunciar su misterio porque han sido tocados en
la profundidad de su corazón, de su existencia. Amén» (Benedicto XVI, 1 de
diciembre de 2009).
Reflexión apostólica
«La calumnia constituye un pecado especialmente grave contra la caridad y contra
el prójimo, pues daña con gravedad su buen nombre y es radicalmente contraria al
espíritu de Cristo y su Evangelio. Igualmente la difamación también es un pecado
que ha de rechazarse y evitarse por todos los medios, pues, aunque se trate de
cosas o hechos negativos verdaderos, también tiene la triste consecuencia de herir
gravemente la fama de las personas o las instituciones» (Manual del miembro del
Movimiento Regnum Christi , n. 95).
Propósito
Siempre, antes de iniciar mi oración, pedir humildemente la luz del Espíritu Santo.
Diálogo con Cristo
Cristo, del amor por Ti puede nacer esa bondad en mi corazón que me lleve a ver lo
bueno de todo y de todos. Quiero pensar y hablar siempre bien para construir y
edificar en el amor. Que nunca agregue a mis comentarios algo que no sea verdad
y que busque comentar siempre lo positivo que hay en los otros. Que nunca
permita en mis conversaciones la crítica o la murmuración. Con tu gracia, Señor, lo
puedo lograr.
«Si la maledicencia es el vicio de hablar mal de los demás, la benedicencia es la
virtud de hablar bien del prójimo»
( Cristo al centro, n. 220).