DOMINGO 3/ADVIENTO/B 11 DICIEMBRE 2011
Isaías 61,1-2a.10-11
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha
enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones
desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la
libertad, para proclamar el año de gracia del Señor. Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto
en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna
con sus joyas. Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus
semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos.
Interleccional: Lucas 1,46-54
R/Me alegro con mi Dios.
Proclama mi alma la grandeza del Señor, / se alegra mi espíritu en Dios, mi
salvador; / porque ha mirado la humillación de su esclava. / Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones. R.
Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: / su nombre es santo, /
y su misericordia llega a sus fieles / de generación en generación. R.
A los hambrientos los colma de bienes / y a los ricos los despide vacíos. /
Auxilia a Israel, su siervo, / acordándose de la misericordia. R.
1Tesalonicenses 5,16-24
Hermanos: Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. Dad gracias en
toda ocasión: ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros. No
apaguéis el espíritu, no despreciéis el don de profecía; sino examinadlo todo,
quedándoos con lo bueno. Guardaos de toda forma de maldad. Que el mismo Dios
de la paz os consagre totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea
custodiado sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo. El que os ha
llamado es fiel y cumplirá sus promesas.
Juan 1,6-8.19-28
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como
testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vieran a la fe. No era él
la luz, sino testigo de la luz.
Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén
sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: "¿Tú quién eres?" Él confesó sin
reservas: "Yo no soy el Mesías." Le preguntaron: "¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?"
El dijo: "No lo soy." "¿Eres tú el Profeta?" Respondió: "No." Y le dijeron: "¿Quién
eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices
de ti mismo?" Él contestó: "Yo soy al voz que grita en el desierto: "Allanad el
camino del Señor", como dijo el profeta Isaías." Entre los enviados había fariseos y
le preguntaron: "Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el
Profeta?" Juan les respondió: "Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno
que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la
correa de la sandalia."
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan
bautizando.
COMENTARIOS
ISAÍAS. Un nuevo profeta, heredero y continuador de los anuncios del
destierro, se levanta ahora, en tiempos de desilusión, y proclama ante el pueblo
que Dios lo ha ungido y enviado “para dar la buena noticia a los que sufren”.
Como ungido de Dios actuará como el Señor mismo actúa: vendando los
corazones desgarrados, proclamando a los cautivos y a los prisioneros la libertad.
Comienza ya “el ao de gracia del Seor”.
El profeta Isaías se siente capacitado por Dios para el anuncio de «buenas
noticias» de esperanza a los marginados del país. Las cosas están difíciles pero
podemos salir adelante, Dios no nos abandona, parece decir el profeta. Aunque
haya dificultades al regreso, el Señor ha revestido al pueblo de ropas de salvación,
le ha retornado el don de la tierra, y así como está hace germinar los frutos, quien
hace germinar la justicia y la alabanza es el Señor.
EVANGELIO. Continúa la descripción del ministerio de Juan Bautista, el
predicador.
- Él es testigo de la Luz. Su testimonio, por lo tanto, rompe la situación de
tiniebla e inaugura la época de la luz. Todo el sentido de la vida de Juan Bautista es
ser testigo de Jesús, ofrecer un testimonio de la luz. Ser testigo de la luz exige
haberse dejado penetrar por ella, dejarse iluminar interiormente por la Luz que es
Cristo.
- Juan declara que no es ni el profeta, ni Elías, ni el mesías. Se identifica con
una “voz que clama en el desierto” para testimoniar la luz y al mismo tiempo,
denunciar a la institucin judía que había “torcido” la senda del Seor. Al
identificarse con la voz profética de Isaías, él mismo es el profetizado y la
encarnación histórica del oráculo escrito.
Juan ofrece un bautismo de agua, como preludio al de fuego que
corresponderá al mesías. No es definitivo sino preparatorio.
Nuestra vida puede proyectar la luz de Cristo que hemos recibido en el
bautismo y se acrecienta viviendo con intensidad una existencia cristiana en medio
de un mundo absolutamente oscurecido.
Juan Alarcón, s.j.
(Extracto de SAL TERRAE: HOMILÉTICA)