Sr. Cardenal Julio Terrazas Sandoval, CSsR
Arquidiócesis de Santa Cruz, Bolivia
HOMILIA SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO A
Domingo 4 de Diciembre de 2011.
Apreciados hermanos y hermanas:
Que bonita oración para que las cosas de cada día, las cosas cotidianas no nos
impidan acudir presurosos al encuentro de Dios. Bonita oración y la tenemos
que hacer hoy como cristianos, como hombres y mujeres que por encima de
todas las preocupaciones quieren aumentar su fe, quieren crecer en el
compromiso de la fe y quieren hacer de sus vidas un signo de esta presencia
salvadora del Señor que viene al encuentro de todos, que viene a la
búsqueda de todos los hermanos con quienes nos sentimos unidos desde
esta catedral.
Hermanos de las Iglesias hermanas que nos aman y nos quieren en el mundo
entero, hermanos de aquellos que están en nuestras minas, en nuestras
selvas, en nuestras carreteras, hermanos de aquellos que de una u otra
forma quieren que las autoridades del pueblo los atiendan, nos referimos
concretamente a todos estos hermanos con capacidades diferentes que
siguen caminando en medio de sus problemas para que alguien les extienda
la mano, no para darles un regalo de lo que sobra sino para asegurarles una
vida digna de seres humanos porque eso son aquellos hermanos que están
golpeando a las puertas de la Patria y a las puertas de cada uno de nosotros.
Que las cosas cotidianas no nos impidan ir presurosos al encuentro del Señor. Hay
muchas cosas cotidianas, hay muchas cosas que vemos y escuchamos que
son urgentes en la sociedad. Hay muchas preocupaciones, hay muchos
deseos de preparar un encuentro con el Señor, pero también el encuentro
con el hermano. Porque ahí está la salvación, no basta decir yo me encontré
con el Señor y le he adorado, le hecho un altarcito y lo he puesto delante de
donde predican, no basta eso. Tenemos que ser capaces de encontrarnos en
la sencillez del pesebre con un Dios distinto de los dioses dominantes, de los
dioses perversos, y encontrarnos con el hermano que sigue esperando de
parte nuestra no regalos materiales, sino sobre todo el regalo del espíritu, el
regalo de la vida, de la amistad, de la solidaridad que es lo que engrandece a
la persona humana.
Cuando escuchamos a Isaías nos alegramos porque él esta hablando al pueblo que
no termina de sacudir todavía las consecuencias de una vida de esclavitud,
de servidumbre. Se nos había metido el gusano de la desesperación. Isaías
levanta la voz en nombre del Señor para devuelva la esperanza a su pueblo,
para animarlo a que acepte la nueva situación que Dios ha creado para ellos,
a entusiasmarle para que se suban a lo más alto y griten a todo el pueblo.
“Consuelen a mi pueblo” son las primeras palabras de Isaías a ese pueblo que
estaba extenuado, cansado, que había sufrido en carne propia las
consecuencias de ser sometidos por otros pueblo, por otros grupos.
“Consuelen a mi pueblo” estas voces sería bueno que hagamos un esfuerzo para
escucharlas estos días, para escucharla en medio de tantos bullicios
cotidianos, la preocupación de un Dios que se acerca para consolarnos. Y va
más allá todavía “hablen al corazón de Jerusalén” ese es el deseo de nuestro
Dios ´hablen al corazón` no griten sin sentido, no incentiven los griteríos de
unos contra otros, no hagan de sus vidas una especie de parlantes que
repiten cosas aprendidas de memoria y que nunca llevan a un encuentro
auténtico y verdadero porque no escuchan la Palabra de Señor en el corazón.
¿Será que nosotros, cristianos que estamos recordando la venida del Seño y que
nos estamos preparando para un segundo encuentro, será que es posible
que nosotros dejemos que el Señor hable a nuestro corazón?
Para que el Señor el Señor hable a nuestro corazón, no es necesario que se hagan
cirugías del corazón, lo que hay que hacer es abrir el sentimiento al Señor
que siente amor y misericordia por nosotros y por nuestros hermanos. Abrir
el corazón es escuchar a un Dios que no viene en son de guerra sino que
viene con humildad y sencillez para levantarnos a nosotros.
Dejar que el Señor hable al corazón, ese fue el deseo de Isaías y fue al corazón de
su pueblo que pudo decirles Dios ha perdonado sus pecados, Dios ha
olvidado sus maldades, Dios ha decretado ya la liberación de ustedes,
ustedes en adelante serán un pueblo feliz que podrá decir con libertad y sin
temor alguno que Él es la buena noticia que viene para llenar los nuevos
espacios de paz y fraternidad.
Hermosas palabras de Isaías que debemos escuchas nosotros también. Si
realmente nos vamos preparando para recordar la navidad del Señor y no la
llegada de cosas materiales en abundancia, y no palabras huecas repetidas
de memoria sin que haya absolutamente ningún nexo entre los corazones de
los seres humanos, sin nos estamos preparando para eso, dejemos que el
Señor nos hable. Dejemos que hable a nuestro corazón, al corazón de esta
Bolivia que necesita un corazón nuevo, que hable al corazón de todos los
que buscan paz y justicia verdadera, que no se encierren esos conceptos en
egoísmos renovados de manera cada vez más hostil, más llamativa, más
provocativa.
Dejemos que le Señor hable al corazón, pero también llenémonos de la fuerza para
decir que ese Dios que esta en nuestro corazón, no es un niñito que podemos
manejar a nuestro antojo, que el viene a traernos la salvación y que la
salvación supone que tengamos paciencia para que esa salvación no
queramos realizarla en medio día, o en una semana, sino que es una
salvación que requiere que repitamos en nosotros, la paciencia de Dios.
Pedro lo recuerda así a su comunidad, “Sepan hermanos-les dice Pedro a los
cristianos de entonces- delante del Señor un día es como mil años y mil años
es como un día” nada de apresurarnos, nada de decirle al Señor termina con
el mal, termina a los malvados, haz que se caigan aquellos que se creen
dioses nuevos. Pedro explica a la comunidad que el Señor no cuenta los días
como nosotros, lo que cuenta para Él es dar el paso para que todos se
conviertan, para que todos sepan que va a haber una renovación total del
corazón de cada uno, ese es el plan de Dios y Él puede esperar aunque sea
mil años para que todos entremos en el proyecto de liberación del Señor y no
nos dejemos someter y sojuzgar por aquellos que andan buscando
liberaciones fáciles.
Si así tiene que ser, dice Pedro, con cuánta razón ustedes tienen que ser santos y
sabios, porque ustedes van a ser liberados de esa destrucción y eso lo lleva a
ustedes a esperar ese momento que venga el Señor, pero también a
apresurar ese momento con la oración , la súplica y el compromiso; porque
mientras más rápido abrimos las puertas de nuestro pueblo a todos los
hermanos y hermanas que viven en Él, y con todos ellos queremos edificar la
montaña de la vida, nos toca a todos hacer que realmente desaparezca todo
lo que se opone al encuentro con el Señor y con los hermanos.
No tenga miedo, es la palabra que se repite hoy. Y no tener miedo significa
convertirnos en primer lugar. Tenemos que convertirnos mis hermanos, no
basta cambiar el pesebre en nuestras casas, es bonito, es lindo, es hermoso.
El Santo Padre acaba de calificar que todas esas manifestaciones navideñas
que hay aquí y allá son como islas de la fe, como islas del silencio. Ese
silencio que nos pone de rodilla delante de nuestro Dios.
El Santo Padre acaba de calificar que todas esas manifestaciones navideñas que
hay aquí y allá son como islas de la fe, islas del silencio, ese silencia que nos
pone de rodillas delante de nuestro Dios, esa isla de la fe en medio de
tantas cosas que se oponen a la creencia de la llegada de nuestro Dios.
Hay que estar preparados
Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios.
Comienzo de la Buena Noticia, esto tenemos que captar en este tiempo de
adviento, para que nuestra celebración del día 24 del 25 del 23 y al fin y al
acabo de todos los días de nuestra vida sea para encontrarnos más con el
hijo de Dios que es el Mesías autentico liberador, verdadero y profundo de
nuestras propias vidas.
Vuelve a repetir Marcos esta Buena Noticias en que consiste: Hay que reconocer al
Mesías, reconocer al Hijo de Dios, trabajo inmenso que tenemos. Será
posible reconocerlo al Señor en estos días?
Cuando uno escucha las respuestas a muchas encuesta que se hacen por los
medios de comunicación escuchamos que hay muchos católicos que maneja
con claridad esto: es el nacimiento del Hijo de Dios, es la llegada del Mesías
pero también hay muchos otros cuyas respuestas son muy ambiguas cuyas
respuestas necesitan ser trabajadas para que realmente la Buena Noticia de
la que nos habla Marcos llegue a través de esta fecha extraordinaria a
nuestros corazones, a nuestras vidas.
Preparar el camino del Señor
Como está escrito en el libro del profeta: Yo envío a mi mensajero delante de ti
para prepararte el camino.
Preparar el camino del Señor. Ahí está el tiempo de Adviento, Él va a llegar y hay
que decirlo con voz fuerte: preparen el camino de Señor, allanen sus
senderos, así comenzó a predicar Juan el Bautista, fue el mensajero que ha
sido enviado antes que llegue el Señor a preparar sus caminos.
Hay que rellenar todos los valles, hay que rebajar todas las montañas y colinas
para que el Señor llegue, entre, pase, por medio de todos sembrando la paz
y la justicia que tienen que ser una manera de vivir en el mundo en paz y
justicia, no en guerra constante ni en medio de injusticias con renovados
discursos pero que en el fondo no deja de ser lo mismo.
Acudía la gente ahí donde estaba Juan y se hacía bautizar y se arrepentían de sus
males.
El Bautismo de Juan era para el perón de los pecados y Juan viene a anunciar que
está llegando alguien que nos va dar mucha más que el bautismo en el
Jordán.
Miremos esa figura extraordinaria, estaba vestido de piel de camello y con un
cinturón de cuero se alimentaba con langostas y miel silvestre.
Esa era Juan, no fue a comprar armas de ninguna potencia, no fue a llenarse la
boca de cosas falsas, quiso presentar a su pueblo la verdad y se presenta
con la humildad del enviado. Él no es el Mesías él está aquí para que el
Señor crezca y desaparezca, la figura extraordinaria de Juan el Bautista nos
tiene que ayudar a nosotros a preparar esta navidad con cosas auténtica y
sencillez.
El valor de compartir en sencillez
Compartieron con sencillez mirando lo que nuestro pueblo necesita, hambre de paz
y justicia, hambre de verdad, hambre de reconciliación, hambre de nuevos
tiempos de los que sea posible abrazarse sin que lo cataloguen de este o
aquel grupo.
Eso es lo que nuestro pueblo quiere, eso están experimentando nuestros hermanos
discapacitados, eso piden; espero no exagerar porque algunos no les gusta
los números.
Las 800 pandillas que hay en nuestra ciudad ellos también están con hambre de
amor y de comprensión y respeto de dignidad. Están cometiendo errores y
delitos pero no están sometidos a una pérdida total de sus derechos
humanos. A pesar del mal que percibimos tenemos que respetarlos y
quererlos porque Dios así lo mandado.
Hay tantas cosas que nos piden sencillez, sencillez de un lenguaje, sencillez que
nos lleve a preparar cosas y acontecimientos que unan, que realmente
seamos capaces de rebajar las colinas de odio, rencor, insolencia y seamos
capaces de levantar los valles de la pobreza, del dolor y sufrimiento para
que Dios nos haga a todos iguales y nos demuestre su amor a unos y otros.
Eso no llueve, eso viene con el esfuerzo nuestro.
La verdadera humildad
Hay que ser capaces de revestirnos de esa vestidura de Juan, de la humildad y
verdad para hablar de las grandezas de Dios.
Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo. Esa claridad de Juan cuando
alguna de su gente y seguidores lo querían hacer el Mesías, él dice. Yo no
soy el mesías hay que otro que vienen de tras de mí, alguien tan grande que
no soy capaza de ponerme de rodillas para amarrar las correas de sus
sandalias.
Esta actitud hay que cultivar en este tiempo y hay que demostrar en navidad no
basta escuchar villancicos, no basta decir que hay que quemar cohetes.
Hay que ser capaces que en ese niño, en esa figura de niño que se nos hace tan
familiar tenemos que descubrir al Dios que nos ha creado, que nos ha
salvado y al Dios que viene cada día a nuestro encuentro para que siendo
cercano nosotros nos volvamos también cercanos unos a otros.
Este es el gran precursor el gran Maestro el Maestro de la llegada del Señor y la
esperanza del Señor.
A esto tenemos que convertirnos, no hay nada que hacer y Pedro nos recuerda una
vez más que es importante este esfuerzo.
Hay que luchar y trabajar contra el mal, no hay que cruzar los brazos no podemos
decir que ya la costumbre y dejarnos seducir y llevar y reencantar por cosas
que nos alejan cada vez más del Dios que abre nuestros corazones y nos
hace escuchar toda clase de leyendas que nos alejan de la salvación.
Pedro recuerda: abra un sacudón fuerte y será necesario que esto suceda porque
lo que interesa es que el Señor a través de todo esto nos da unos cielos
nuevos y tierra nueva.
Cielos nuevos y tierra nueva
Ahí está el desafío ser constructores de esa tierra nueva y de esos cielos nuevos.
Una tierra nueva y cielos nuevos donde habita la justicia, donde no haya necesidad
de pagar para llevar justicia a una persona sino donde reine la justicia y paz
la auténtica comunión entre los hermanos.
Esas palabras ya la hemos escuchar en esta semana. Es un deseo de la iglesia de
Santa Cruz contando con la oración de todas las iglesias de Bolivia caminar
con María hacia un cielo nuevo y tierras nuevas….
Es la preocupación de la Virgen que nos vuelva a decir estos días: el cielo que mi
Padre me había prometido lo han deformado los mercantilistas, lo han
deformado las mentiras que se profanan constantemente, hay que pedir al
Señor un cielo nuevo con valores auténticos y profundos y una tierra nueva
donde el centro de esa tierra sea la persona humana y su dignidad y no los
estropajos que a veces van quedando los seres humanos tirados en el
camino sin perder una palabra de aliento una palabra de amor.
Que nuestra Madre la Virgen siga acompañando al pueblo de Dios que peregrina en
Santa Cruz para que revestido de sencillez sea capaz de ir proclamando por
los caminos y las calles de nuestros pueblos que el Señor es el Dios de la
vida y que solo a El cristiano lo adora, lo venera, lo quiere y se compromete
por El. AMEN.