IV Domingo de Adviento, Ciclo B
"Para Dios no hay nada imposible"
Pautas para la homilias
Se cumplen 500 años desde aquel famoso sermón de Montesinos, predicado el 4º
domingo de adviento –entonces no había ciclos litúrgicos- en la Isla Española (hoy
República Dominicana y Haití). Fue un sermón preparado cuidadosamente por una
comunidad de dominicos a base de ayunos, vigilias y oración, porque eran
“hombres espirituales y muy amigos de Dios”. Y fue preparado cuidadosamente y
comunitariamente para “no errar en cosa tan importante como era la salvacin de
los cristianos y de los indígenas”. Y fue escrito el sermn y suscrito del puo y letra
de cada uno de los miembros de la comunidad. Le encomendaron la predicación del
mismo a Fray Antn Montesinos, porque tenía la “gracia de la predicacin”. Sin
ninguna celotipia.
El núcleo del sermn es el famoso interrogante que tron, como “voz que clama en
el desierto” –era el evangelio de aquel domingo-, en las conciencias de los
conquistadores. Refiriéndose a los pobres indios explotados en el trabajo y
masacrados con frecuencia, el predicador pregunt a los conquistadores: “¿Éstos,
no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amallos como
a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta
profundidad de sueo tan letárgico dormidos?”. Porque el problema de fondo era
efectivamente un problema de ceguera, de somnolencia, de falta de conciencia
cristiana. Y les dijeron que así no podrían salvarse, por más que fueran cristianos,
si no se convertían. Al margen de la justicia no hay salvación.
Aquel sermón pudo cambiar la historia del Continente, pero los intereses
económicos y políticos, se impusieron a los intereses del Evangelio. El éxito o el
fracaso del mismo no quita ni pone verdad al mensaje predicado. Al predicador no
le toca garantizar el éxito del sermón. La denuncia de la horrible injusticia
perpetrada contra aquellas gentes que estaban pacíficamente en sus tierras era una
denuncia que brotaba de las entrañas de unos varones evangélicos. El predicador
recogió el testigo de Juan Bautista en aquel domingo de adviento e hizo una
apremiante invitación a la conversión. Porque, si no hay conversión, no hay
adviento, o simplemente nos dedicamos a esperar pasiva e irresponsablemente. En
esta invitación aparecieron todas las aristas del evangelio, que las autoridades de la
Isla no pudieron digerir. Quisieron deshacerse del mensaje deshaciéndose de los
mensajeros.
Quinientos años después seguimos celebrando el adviento y seguimos esperando
que la justicia llegue y se haga para todos. Al 2011-2012 le corresponde el ciclo B.
El evangelio de este cuarto domingo de adviento no es el de Juan, la voz que clama
en el desierto. Es el de María, el evangelio de la Anunciación. Pero, ¿no habrá que
seguir gritando contra la injustica de nuestro mundo? ¿No habrá que seguir
preguntando ante tantos pobres, tantos excluidos, tanta mujeres maltratadas,
tantos emigrantes sin papeles, tantas víctimas de todo tipo de violencia: “¿Estos no
son hombres?”.
A lo largo de la historia Dios irrumpe sorpresiva y gratuitamente. De tal forma que,
en medio de las situaciones más inhumanas siempre hay un lugar para la
esperanza. En medio de estas situaciones hay afortunadamente muchas personas
como María, que han hallado gracia delante de Dios, que son testimonio vivo de
que Dios aún sigue pendiente de este mundo, de que el plan de salvación sigue
adelante, de que aún hay razones para la esperanza. Se puede gritar con la voz
atronadora de Montesinos o con el silencio de María. Hay silencios que son muy
dicientes. Hay testigos que hacen retroceder y avergonzarse a cualquier verdugo.
Hay una bondad que Dios pone en muchas personas y que es la mejor denuncia de
la injusticia, la más fuerte invitacin a la conversin. “No temas, porque has hallado
gracia delante de Dios. El Seor está contigo”.
María es una invitación a ejercitarse en la fe cuando fracasan las razones humanas.
“¿Cmo puede ser esto si yo no conozco varn?”. Es una invitacin a seguir
creyendo cuando la voz del Evangelio es como una “voz que apenas resuena en el
desierto de las conciencias”. Hoy, sin una fe firme en Dios y en el ser humano, es
difícil seguir empeñados en la causa de la justicia, es imposible confiar y seguir
esperando que la justicia total llegue a tantas víctimas de ayer y de hoy.
Este evangelio del cuarto domingo de adviento del 2011 es un test para la fe de la
comunidad cristiana y sus miembros. “¿Cmo puede ser esto…? PORQUE PARA
DIOS NO HAY NADA IMPOSIBLE”. Este es el test para la fe: aceptar
verdaderamente que para Dios no hay nada imposible y que él está de parte de la
vida y no de la muerte, de parte de la justicia y no de la injusticia, de parte del bien
y no del mal, de parte de las víctimas (pero para que todos se humanicen)… pese a
todos los signos en contra. Desde esa seguridad la esperanza se afianza y, con ella,
el firme compromiso en la lucha por la vida, la justicia y el bien. La resurrección de
Jesús que proclamamos en la Eucaristía es la garantía de ese triunfo final de la
vida, la justicia y el bien. “Hacer esto en memoria mía”. Celebramos para que no se
nos olvide.
Fr. Felicísimo Martínez Díez O.P.
Convento Ntra. Sra. del Rosario (Madrid)
Con permiso de dominicos.org