“Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus obras”
Mt 11, 16-19
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
RECONOCER LA HORA DE DIOS, EL TIEMPO OPORTUNO, ES UN SIGNO DE SABIDURÍA
(cf. Ecl 3,lss).
Como a los contemporáneos de Jesús, también a mí me invita la figura de Juan a hacer
sinceras obras de penitencia. Reconocer la hora de Dios es para mí, ante todo, renunciar a
atrincherarme en mis diversas excusas, que enmascaran mi desinterés y mi resistencia a la
invitación a la conversión que la Palabra de Dios incesantemente me dirige. Las reiteradas
admoniciones proféticas me exhortan a caminar por la justicia y por la fe operativa y sincera.
Pero la hora de Dios no es sólo la de la penitencia y cambio de vida, es también la del gozo
que nos trae el evangelio de Jesús. El gozo evangélico nacerá en mí al reconocer que él no se
avergonzó de ser llamado «amigo de publicanos y pecadores». El perdón que me anuncia no
se reduce a una mera palabra o una noticia genérica de Dios en mis confrontaciones, sino que
es acontecimiento desconcertante de venir a celebrar una fiesta conmigo que soy pecador. No
se trata de una fiesta que puedo dejar para mañana (como quisieran los niños caprichosos de
la parábola evangélica); ¡para mí es hoy!
ORACION
Señor, tu Palabra me hace hoy pensar y reflexionar sobre mí mismo. Sé que hay un tiempo
para cada cosa bajo el sol: tiempo de llorar y tiempo de bailar. Pero descubro que, con
frecuencia, soy poco sabio, distraído e incapaz de reconocer tu hora en mi vida. Querría hacer
todo a mi estilo, decidir los tiempos a mi gusto, y por desgracia me debo reconocer entre los
niños caprichosos que no han entrado en el juego. Temo llegar a ser yo también víctima de una
terca obstinación que me impida juzgar rectamente.
Te ruego, pues, que no dejes de dirigir tu Palabra a mi corazón obstinado y duro, así podré
comprender tu designio sobre mí y lograr la verdadera sabiduría. Repréndeme, incluso con
dureza, cuando quieras que escuche los llamamientos del Bautista a la penitencia y a la
conversión. Ayúdame a saber reconocer que éste es el tiempo de tu gracia, porque eres: “El
Señor mi Dios que me enseña para mi bien y me guía por el camino que debo seguir”.