Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Adviento,
Semana No. 3, Viernes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: A mi casa la llamarán casa de oración todos los
pueblos * Juan es la lámpara que arde y brilla
Textos para este día:
Is 56,1-3a.6-8:
Así dice el Señor: "Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está
para llegar, y se va a revelar mi victoria. Dichoso el hombre que obra así, dichoso el
mortal que persevera en ello, que guarda el sábado sin profanarlo y guarda su
mano de obrar el mal. No diga el extranjero que se ha dado al Señor: "El Señor me
excluirá de su pueblo." A los extranjeros que se han dado al Señor, para servirlo,
para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que guardan el sábado sin
profanarlo y perseveran en mi alianza, los traeré a mi monte santo, los alegraré en
mi casa de oración, aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y sacrificios; porque mi
casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos." Oráculo del Señor,
que reúne a los dispersos de Israel, y reunirá otros a los ya reunidos.
Jn 5,33-36:
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: "Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y
él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un
hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía
y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que
yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar;
esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado."
Homilía
Temas de las lecturas: A mi casa la llamarán casa de oración todos los pueblos *
Juan es la lámpara que arde y brilla
1. Esperanza para los excluidos
1.1 La sociedad descrita en la mayor parte de la Biblia no corresponde a lo que el
mundo debería ser sino a lo que simplemente es, con toda su dureza, sus
injusticias y sus exclusiones. A primera vista esto puede desanimar porque uno
puede pensar que un libro tan espiritual nos debería contar historias más
agradables. Pero lo agradable no está en que los relatos sean hermosos sino en que
sean capaces de traer esa hermosura a nosotros. El punto de partida de la Biblia es
el mismo punto de partida que cualquiera de nosotros podría encontrar: la rudeza,
el desengaño, el cansancio, la exclusión. La Biblia tiene nuestro mismo punto de
partida para que nosotros, con su guía, alcancemos su mismo punto de llegada.
1.2 Estas reflexiones vienen a buen tiempo dada la lectura de hoy. Siempre ha sido
fácil maltratar al inmigrante, al extranjero, porque no tiene quien salga en su
defensa. Pero a ellos, a los extranjeros, habla Isaías para mostrar que la vida tiene
muchas dimensiones, como diríamos nosotros en nuestro lenguaje, y que por tanto
la fidelidad y el amor a Dios tienen sentido, porque nos abren a esas dimensiones
que ni siquiera sabemos que están en nosotros.
1.3 Dios, nuestro Dios, es el "Dador de Vida," como profesamos del Espíritu Santo
en el credo, y el que da la vida le da también su sentido. La vida que Dios da no es
un recipiente vacío, un eco frío de nuestros puros deseos o pensamientos: la vida
que él trae en este adviento, y siempre, es una participación de su propia riqueza
interior. Todo lo que no cabe en nuestra mente, todo lo que nos haría llorar de puro
gozo, toda la belleza que ningún artista sabe, todo eso anuncia y trae Dios al
corazón que de veras se fía de él.
2. Creer por la fuerza de los testimonios
2.1 El Adviento tiene una meta: renovarnos en el don de la esperanza. Pero la
esperanza sólo crece en el suelo abonado por otro don, el de la fe. Precisamente
porque nos fiamos de las promesas del Señor llegamos esperar con confianza, vigor
y gozo que llegue el día de su perfecto cumplimiento.
2.2 ¿Cómo crece uno en la fe? A través de testimonios. La fe crece dándola, y por
supuesto: recibiéndola. Al contrario del dinero, que parece que se esfuma cuando
va pasando de mano en mano, la fe crece cuanto más se comunica.
2.3 El evangelio de hoy nos habla de las dos formas básicas de testimonio: uno es
el exterior, como la vida de Juan el Bautista, o como sus palabras. Recibimos esta
clase de testimonio cada vez que conocemos a alguien que nos deja sentir la
presencia del Señor o que de tal manera vive con él y habla de él, que nos
convence, nos mueve.
2.4 El otro tipo de testimonio es interior, y corresponde a lo que Cristo va haciendo
en nosotros. Uno no puede contar quién es Cristo si no se ha encontrado con él, si
no ha sentido admiración por su persona, si no se ha fascinado con sus palabras, y
sobre todo: si no se ha sentido avasallado por el poder de su amor.