TESTIGOS DE CRISTO
(DOMINGO III ADVIENTO. Ciclo B)
11 diciembre 2005
"Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan; este venía como testigo,
para dar testimonio e la luz, para que, por él, todos vinieran a la fe..." (Jn 1,6-8.
19.28)
Desde su nacimiento, Juan nos sorprendió a todos. Se preguntaban: "¿Qué será
este niño?" La admiración siguió suscitándola después. Cuando se puso a predicar,
los judíos enviaron a preguntarle: "¿Tú, quién eres?"
Su estilo de vida, su modo de vestir, su mensaje, su bautismo... arrancaba la
pregunta en todos los que lo contemplaban.
Testimonio de Juan el bautista. Se desarrollo este con el esquema habitual en el
cuarto evangelio: partiendo de un hecho, se entabla un diálogo, y, así, surgirá la
pregunta que necesita la respuesta salvadora. Es lo que sucede con la samaritana
junto al agua del pozo (Jn 4), lo que sucede en la multiplicación de los panes (Jn
6), lo que sucede hoy: Ante la predicación-bautismo de Juan, se preguntan: "¿Tú,
quién eres?" Y Juan responde definiéndose como el-que-va-delante preparando el
camino al Mesías, al Profeta, a la Luz, al Señor. Así nos conduce hasta Jesús.
"¿Tú, quién eres?" Es una pregunta que se nos puede dirigir hoy a cada uno de
nosotros, los que nos decimos cristianos. Porque el cristiano ha de ser de Cristo,
tiene que vivir de Él. Y, si esto se de, tiene que manifestarse en la propia vida,
tiene que verse.
¿Somos testigos de la luz? ¿Reconocen en nosotros a Cristo, su presencia salvadora
entre los hombres? A esto está llamado todo cristiano: a prolongar a Cristo
Salvador.
"¿Tú, quién eres?" Testigo de Cristo, colaborador suyo. Por eso, vivo de Él y para
Él. Por eso, vivo como Él, dedicado a liberarme y a liberar a los demás de todas las
esclavitudes que nos rodean y oprimen. Por eso, me entrego de modo especial a los
más desfavorecidos, a los más pobres, a los que más sufren, a los más solos...
Como Él hizo.
Mientras no sea esta la respuesta del cristiano, su comportamiento, no será una
realidad el Adviento, y seguirá siendo cierta la afirmación del Bautista: "En medio
de vosotros hay uno que no conocéis".
Este es el gran reto par los cristianos de hoy: Hacer que Cristo, a través de nuestro
testimonio, siga siendo reconocido y aceptado como el único Salvador por el
hombre de hoy. Hacer que Cristo no quede reducido a un mero recuerdo histórico.
Hacer que Cristo sea conocido como alguien abierto totalmente a Dios, su Padre, y
entregado de modo total a todos los hombres. Hacer que Cristo sea descubierto
como alguien vivo, atrayente. Hacer que Cristo sea reconocido como el Dios
cercano, con corazón, al que importan nuestras necesidades y sufrimientos...
"Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán". Esto tiene que pasar hoy
entre nosotros.
Miguel Esparza Fernández