Ciclo B. IV Domingo de Adviento
Julio César Villalobos, C.M.
María santísima, mujer del Adviento
Muchas prisas, mucha propaganda de TV, radio, internet, redes sociales del ciber
espacio, muchas chocolatadas en distintos lugares, cuántas luces, cuántas
guirnaldas, cuántos “papanoeles”, cuántos “trineos”, cuántos juguetes “modernos y
bonitos”, muchos y muchos gastos…uff….la lista es larga de cosas que pueden estar
“distrayendo” nuestra fe. ¿Cuántas de estas cosas me están abrumando?, ¿cuántos
de nosotros nos estamos olvidando del misterio grande que estamos a punto de
celebrar?, ¿cuántos de nosotros nos estamos alegrando de la llegada de Jesús?
El Rey David puede marcar una de las pautas de nuestra reflexión cuando le dice al
profeta Natán: “Mira yo estoy viviendo en una casa de Cedro, mientras el arca del
Seor está en una tienda de campaa” (2Sam.7,1-5.8b-12.14ª.16). Dios jamás se
olvida de nosotros, de cómo hemos crecido, de qué barro somos. Él se hace
recordar al Rey David, por medio de Natán que no se olvide de que Dios siempre
está y estuvo a su lado, que él le protege de sus enemigos, que él hará que su
pueblo sea grande.
¿Entendemos por qué nada nos debe preocupar? A veces queremos “quedar bien
ante los demás”, pero a veces nos equivocamos. Dejemos que Dios haga vida en
nuestra propia vida.
María Santísima estaba, está y estará siempre en el plan de Dios. Ella ocupa un
lugar importantísimo en ese plan salvador de Dios. El ángel Gabriel viene con un
mensaje para ella, que la llenará de gozo, de paz y de esperanza: “No temas
porque encontraste el favor de Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo,
y le pondrás por nombre Jesús” (Lc.1,26-38).
Ella, María Santísima, no se dej llevar por el “mundo”, no se dej atrapar por lo
que no cuenta, por las cosas superfluas. Su miedo se disipó cuando escuchó una
promesa de salvacin: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te
cubrirá con su sombra…”
Adviento es un tiempo para escuchas buenas noticias, para escuchar siempre la voz
de Dios, como María Santísima. Adviento es un tiempo para llenarse del Espíritu
como María Santísima que se dejó inundar del Espíritu Santo para preparar su
vientre como el 1ER PESEBRE SANTO donde albergó a Jesús, su Hijo muy amado.
El ángel Gabriel le anunció que iba a ser Madre del Salvador. Ella no cuestiono, no
dudó, no fue indiferente. Simplemente aceptó, su docilidad, humildad, apertura y
sencillez le hicieron gritar de esperanza: “Aquí está la servidora del Seor, hágase
en mí según tu palabra”.
María es una mujer del Adviento. Ella esperó que se cumpla las promesas
salvadoras porque fue, es y será la humilde servidora del Señor.
¿Podemos preparar el pesebre de nuestra vida para que nazca Jesús de verdad?
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)