Lunes 19 de Diciembre de 2011
Feria privilegiada de Navidad 2011
Jueces 13,2-7.24-25a
En aquellos días, había en Sorá un hombre de la tribu de Dan, llamado
Manoj. Su mujer era estéril y no había tenido hijos. El ángel del Señor se apareció a
la mujer y le dijo: "Eres estéril y no has tenido hijos. Pero concebirás y darás a luz
un hijo; ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro, porque
concebirás y darás a luz un hijo. No pasará la navaja por su cabeza, porque el niño
estará consagrado a Dios desde antes de nacer. Él empezará a salvar a Israel de los
filisteos."
La mujer fue a decirle a su marido: "Me ha visitado un hombre de Dios que,
por su aspecto terrible, parecía un mensajero divino; pero no le pregunté de dónde
era, ni él me dijo su nombre. Sólo me dijo: "Concebirás y darás a luz un hijo: ten
cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro; porque el niño estará
consagrado a Dios desde antes de nacer hasta el día de su muerte."" La mujer de
Manoj dio a luz un hijo y le puso de nombre Sansón. El niño creció y el Señor lo
bendijo. Y el espíritu del Señor comenzó a agitarlo.
Salmo responsorial: 70
R/Que mi boca esté llena de tu alabanza y cante tu gloria.
Sé tú mi roca de refugio, / el alcázar donde me salve, / porque mi peña y mi
alcázar eres tú. / Dios mío, líbrame de la mano perversa. R.
Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza / y mi confianza, Señor, desde mi
juventud. / En el vientre materno ya me apoyaba en ti, / en el seno tú me
sostenías. R.
Contaré tus proezas, Señor mío, / narraré tu victoria, tuya entera. / Dios
mío, me instruiste desde mi juventud, / y hasta hoy relato tus maravillas. R.
Lucas 1,5-25
En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías,
del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón llamada Isabel. Los dos
eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del
Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada.
Una vez que oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según el ritual
de los sacerdotes, le tocó a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso;
la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso. Y
se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo,
Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor. Pero el ángel le dijo: "No
temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un
hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría, y muchos se alegrarán
de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; se
llenará de Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos israelitas al
Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para
convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y a los desobedientes, a la
sensatez de los justos, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto."
Zacarías replicó al ángel: "¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo,
y mi mujer es de edad avanzada." El ángel le contestó: "Yo soy Gabriel, que sirvo
en presencia de Dios; he sido enviado a hablarte para darte esta buena noticia.
Pero mira: te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda,
porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento."
El pueblo estaba aguardando a Zacarías, sorprendido de que tardase tanto en
el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una
visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo. Al cumplirse
los días de su servicio en el templo volvió a casa. Días después concibió Isabel, su
mujer, y estuvo sin salir cinco meses, diciendo: "Así me ha tratado el Señor cuando
se ha dignado quitar mi afrenta ante los hombres."
COMENTARIOS
El evangelio de hoy presenta el anuncio del nacimiento de Juan a Zacarías,
un anciano sacerdote, servidor en el templo de Jerusalén. Los términos del anuncio
son similares a los del anuncio a María; sin embargo, Zacarías no cree que el
designio de Dios pueda ser posible, dada la avanzada edad de él y de su esposa
Isabel.
Las palabras del ángel clarifican a Zacarías el proyecto de Dios, a la vez que
confrontan la fe del sacerdote. Aquí no hay una respuesta de disposición total; al
contrario, Zacarías duda del querer de Dios, lo que va a generar su mudez. La
mudez de Zacarías es una muestra del silencio sacerdotal y religioso ante la venida
del Hijo de Dios. En esa lógica cultual no es fácil celebrar el anuncio de un hijo,
aunque éste les devuelva el reconocimiento social y religioso.
Hoy también los creyentes estamos llamados a someter a juicio nuestra fe en
Dios y reconocer su voz en los signos de los tiempos, que exigen nuestra respuesta.
Históricamente han sido muchos los silencios que silencian también a Dios Nosotros
no podemos callar y no podemos desconfiar de la grandeza del poder de Dios, que
mantiene su promesa de liberación, aun valiéndose de los medios más
inesperados.
Juan Alarcón, s.j..
(Extracto de servicios KOINONÍA)