“No temas, Zacarías, porque tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu mujer, te dará un
hijo, a quien le pondrás el nombre de Juan”
Lc. 1, 5-25
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. LOS PADRES DEL PRECURSOR.
La escena la sitúa Lc en “los días de Herodes, rey de Judea.” Es Herodes el Grande, que
reinó sobre toda Palestina del 37 a . C. al 4 d.C.
En esta época vivía el sacerdote Zacarías, que quiere decir Yahvé se acordó, el era del
turno sacerdotal de Abías. Este era el octavo de las veinticuatro clases sacerdotales que
volvieron a estar vigentes en esta época. Estaba casado con una mujer llamada Isabel, que
quiere decir Dios juró, o fue fiel a sus promesas, que pertenecía a la descendencia
sacerdotal de Aarón. Esto es destacado honoríficamente por Lc, ya que los sacerdotes no
estaban obligados a casarse con mujeres de tribu sacerdotal. Pero iban a ser los padres del
Precursor.
Ambos eran justos auténticos, pues lo eran en la presencia de Dios y cumplían
intachablemente los preceptos y las observancias, es decir por una parte los mandamientos
y por otra parte las costumbres establecidas.
Con todo, ellos no tenían hijos, además ambos eran viejos, más aún, Isabel era estéril, del
mismo modo como lo fueron otras mujeres Bíblicas, tales como Sara, Rebeca, Raquel, la
madre de Sansón y la madre de Samuel. Además como Abrahán y Sara que eran mayores
y sin esperanza de familia. Cabe destacar que la esterilidad se consideraba oprobio o
vergüenza en Israel y castigo (v.25). Sin embargo, eran fieles a Dios.
2. LOS SACERDOTES DE LAS VEINTICUATRO CASTAS SE SUCEDÍAN
REGULARMENTE EN EL SERVICIO DEL TEMPLO.
Todas las mañanas se sorteaban las diversas funciones que correspondían a cada grupo
que estaba de turno. Sobre las nueve de la mañana y sobre las tres de la tarde se ofrecía el
sacrificio perpetuo preceptuado en la Ley. (Ex 29:38; Núm 28:3; 4:8) Se inmolaba un
cordero; pero, antes de ponerlo en el altar de los holocaustos, cinco sacerdotes se
acercaban al Sancta desde al atrio de los sacerdotes y, penetrando en el Sancta,
renovaban las brasas. Uno de los sacerdotes llevaba un incensario de oro, y otro un vaso
de oro con brasas encendidas, tomadas del altar de los holocaustos. Después de adorar la
divina Presencia, se retiraban, excepto el que estaba en el centro. Este era Zacarías. Al
darse desde fuera la señal para ofrecer el incienso, lo esparcía sobre el altar de los
perfumes. En este momento, el pueblo oraba fuera, uniéndose así el humo del incienso con
la plegaria del pueblo, que aquél significaba. Por eso se exigía que el rito fuese rápido.
Luego debía salir y, unido con los oficiantes, se adelantaba hasta el atrio de Israel, donde
daba la bendición que se lee en el libro de los Números (6:24-26) 6.
3. CUANDO ZACARÍAS SE QUEDA SOLO EN EL SANCTA ES EL
MOMENTO DE LA APARICIÓN DEL ÁNGEL.
Se le aparece a la derecha del altar, este es un signo de dignidad (Dt 33:2; Sal 110:1 etc.),
por lo que venía a quedar entre éste y el candelabro de oro. La reacción natural fue la de
turbación, es así como tuvo temor. En Israel se pensaba que la visión del ángel de Dios,
como su representante, podía causar la muerte, por tanto es posible que esto haya pasado
por su mente, pero el ángel le tranquiliz; pues, como dirá luego, es portador de la “buena
nueva”.
El Ángel le dice que no debe temer, porque su súplica ha sido escuchada, y le dice tu mujer,
Isabel, tendrá un hijo, que se llamará Juan. ¿Qué oración fue ésta? No es fácil pensar que
en con la vejez de él y la esterilidad de su mujer pida el milagro. Así son los planes de Dios,
que oyó entonces la oración que seguramente había hecho tantas veces a lo largo de su
vida de esperanza paterna.
Y el ángel describe la misión de este niño. Se llamará Juan, que corresponde al hebreo
Yehohanan en su forma abreviada de Yohanan es decir, Yahvé hizo gracia o favor.
4. SU NACIMIENTO SERÁ MOTIVO DE JÚBILO PARA MUCHOS
Su nacimiento será motivo de júbilo para muchos, pero no por lo que significa de gozo
familiar o por haber sido quitado la vergüenza de la esterilidad, sino por lo que este
nacimiento tendrá de repercusión religioso-mesiánica. Es lo que dirá en el Benedictus.
Precisamente el motivo de este gozo es porque será grande en la presencia del Señor. No
es el valor familiar, sino el religioso. De él dijo un día Cristo: “No hay entre los nacidos de
mujer ningún profeta más grande que Juan” (Lc 7:28).
Y destaca su santidad de vida, así como le dice: no beberá vino ni licor y estará lleno del
Espíritu Santo, ya desde el seno de su madre. Y con esta frase se indica el estado de
consagración a Dios: como los sacerdotes, que durante su ministerio no podían beber vino
5. ESTARÁ DESDE EL SENO DE SU MADRE LLENO DEL ESPÍRITU
SANTO.
Pero su mayor santidad de vida se acusa en que estará desde el seno de su madre lleno
del Espíritu Santo.
Y su acción apostólica va a consistir en que convertirá a muchos de los hijos de Israel al
Señor, su Dios. La retractación o frialdad de Israel sólo puede repararse convirtiéndose,
volviéndose a la ley de Yahvé. Es lo que tantas veces proclamaron los profetas. Si no es el
pueblo como nación, sí lo son masas del pueblo, como dicen los Evangelios sinópticos. Así
preparará la venida del Mesías, que, según los profetas, a su venida debía encontrar un
pueblo masas en él preparado para recibirle.
Pero, además, será el Precursor del Mesías. Dice el fragmento del Evangelios. Convertirá a
muchos israelitas al Señor; irá delante del Señor con el espíritu y el poder de Elías. Es una
cita de Malaquías (3:1; 23:24); que se le aplica al Bautista.
Según la interpretación rabínica, antes del Mesías vendría el profeta Elías a preparar su
venida, ungirle y presentarle al pueblo. Pero el ángel dice que el Bautista, el Elías espiritual,
como el mismo Cristo enseña en otros pasajes, preparará al pueblo, convirtiéndolo al
“Seor, su Dios,” y así “caminará delante del mismo”. Υ como el Bautista camina en su
preparacin “delante de Cristo, y éste es “el mismo” que acaba de decirse, “el Seor, su
Dios,” en la perspectiva de Lc, Cristo es Dios.
6. PARA CONVERTIR LOS CORAZONES DE LOS PADRES HACIA SUS
HIJOS
La frase “para convertir los corazones de los padres hacia sus hijos, dar a los rebeldes la
cordura de los justos y prepararle así al Seor un pueblo dispuesto a recibirlo”, (Mal 3:24),
significa, teniendo en cuenta la frase correlativa de Malaquías, aquí modificada por
matizarla al decir: “y rebeldes la cordura de los justos” que la misin del Bautista consiste en
lograr ese “retorno,” esa “conversin” del Israel “rebelde,” al que se dirige, para que “el
corazn de los hijos se vuelva al de los padres,” es decir, a los rectos sentimientos de los
mayores patriarcas, profetas, justos, y así los sentimientos de éstos vendrán a estar en su
descendencia en este momento histórico de la instauración mesiánica. Con lo que el
Mesías encontrará en su venida, conforme a los profetas, “un pueblo bien dispuesto a
recibirle.
Ante este anuncio, Zacarías pide una señal al ángel. No duda del poder de Dios, pues es
sacerdote y conoce estas maternidades milagrosas, pero insiste en la vejez de ambos.
Acaso teme una ilusión en la visión? En otras ocasiones, los personajes pidieron, en casos
semejantes, un signo, y no hubo castigo (Gen 15:8; Jue 6:37; 2 Re 20:8), y en otras se
ofrece el signo sin ser pedido (Ex 3:12; 7:11), y poco después María lo pedirá, recibiéndolo
del ángel. Pero algo hubo en él que trae el castigo.
7. HABÍA SIDO ENVIADO A ZACARÍAS PARA DARLE ESTA “BUENA
NUEVA”
Gabriel, el que asiste delante de Dios, había sido enviado a Zacarías para darle esta “buena
nueva”, por la relacin que tendrá el Bautista en esta obra. Son los albores del Evangelio.
Pero por su incredulidad a sus palabras, quedará “mudo.” Así, el “signo” pedido se obtiene
por otro concepto.
Como el rito del ofrecimiento del incienso tenía que ser muy breve, “para no inquietar a
Israel,” que oraba fuera, temeroso de que estas cercanías con la divinidad pudieran traer
algún castigo, al ver su tardanza el pueblo, ya que, al salir de allí, tenía que ir al atrio de
Israel y dar con los otros cuatro acompañantes la bendición al pueblo, se extrañó. Y al salir
y ver que no podía hablar, y acaso por su aspecto y señas que hacía, comprendieron los
presentes que había tenido una visión.
Terminada la semana de servicio, en la que los sacerdotes tenían que guardar castidad y
vivir en el recinto del templo (Lev 15:16), volvió a su casa. Una tradición, no muy segura,
señala su residencia en la actual 'Ain Karim, a unos siete kilómetros de Jerusalén. Y cuando
Isabel se vio fecundada, se “ocultaba” durante cinco meses. Es un rasgo de exquisitez. No
era el pudor de una concepcin tardía, cuando era “quitarle el oprobio”; era la gratitud a
Dios.
El Señor les Bendiga