Comentario al evangelio del Lunes 26 de Diciembre del 2011
Queridos hermanos: ¡feliz Navidad!
Estamos de lleno en la llamada “semana de la octava de navidad”: una semana entera para seguir
celebrando el Misterio... para no hacer duelo (¡litúrgicamente no se permiten las misas de difuntos
estos días!) Y sin embargo la Iglesia quiere recordar justamente hoy a san Esteban protomártir
(primero de los mártires), es decir: alguien que llegó a entregar la vida por este Jesús que hoy nace en
Belén. Poco que ver con adornos navideños huecos y cantos bobalicones. La cosa es seria, muy seria...
El “valor” no está solo en que entregó la vida, sino que dicen de él que vivía “lleno de gracia y poder
del Espíritu de Dios”. Cuando las cosas iban tan mal que todos le rodeaban para apedrearlo, fue capaz
de fijar su mirada en Cristo, entregarle su espíritu (lo más profundo de sí mismo) y perdonar a los
enemigos. Actitudes muy navideñas o al menos, muy evangélicas. Actitudes que no se improvisan si
no van cuajando día a día en una vida cotidiana “llena de gracia y de poder del Espíritu de Dios”.
La fiesta de hoy nos invita a pensar una vez más en quién y en qué hemos puesto nuestra confianza...
pero de verdad, no sólo de palabra. Preguntémonos a quién acudimos cuando estamos en apuros
(rodeados de gente que quiere apedrearnos), en quién nos apoyamos cuando no podemos más, a quién
volvemos la mirada en busca de luz... Ojalá, en alguna medida, Cristo El Señor, el Niño de Belén, el
Dios de nuestra historia y nuestra vida, se encuentre también ahí y no sólo en las tarjetas navideñas de
estos días...
Vuestra hermana en la fe, Rosa Ruiz. Misionera Claretiana ( rosaruizarmi@gmail.com )
Rosa Ruiz. Misionera Claretiana