Queridos hijos e hijas de Dios,
mensaje, su testimonio, pero no podía admitir que aquel
niño que nacía en un establo fuera Dios.
Tuvimos unas cuantas conversaciones y nada de nada.
Mostraba muy buena disposición, pero no podía con
esta idea escandalosa del Dios que se hace un niño.
En un día como hoy la primera experiencia es de
admiración: ¡¡Dios se hace un niño!! Lo celebramos cada
año, pero no podemos dejar nunca de admirarnos
delante de este hecho.
Dios se ha hecho un niño. Lo invisible, se ha hecho
visible. El Todopoderoso se ha hecho débil. El Eterno,
se ha hecho finito. El Inmortal se ha hecho mortal. Lo
inasequible, se ha hecho accesible. Creer, de verdad,
todo esto ¡¡es una osadía!!
Marché de aquella parroquia y dos años después me
llamó y de entrada me dice: “Ya lo he visto”. Yo
imaginaba de qué hablaba, pero le pregunté: ¿qué has
visto? Y me dice: “He entendido que si Dios nos ama y
quiere comunicarse con nosotros la mejor manera es
hacerse uno de nosotros. Y Dios, ¡ha de poder
hacerlo!”.
¡Esto es inimaginable!, ¡sorprendente!, ¡impensable!
Por esto, nos hace falta cada año pararnos, pensarlo,
rezarlo, admirarnos y adentrarnos en uno de los
misterios más principales de la vida de Jesús, que
están en el fundamento de nuestra vida.
¡Había superado el escándalo! El Dios que ama, el Dios
que es buen pastor, el Dios que interviene en la historia
de los hombres, el Dios que está anhelante de
comunicar vida, “no podía” hacer otra cosa que
encarnarse, hacerse uno de nosotros. Y acabó
diciéndome: “Si el niño, si Jesús, es Dios, todo el resto
es muy fácil”. Yo creo que su madre desde el cielo tuvo
alguna cosa a ver...
Recuerdo que en otra parroquia llevaba la comunión a
una mujer mayor y su hijo me explicaba que él no podía
superar el escándalo del Dios que se hace un niño. Esta
idea, esta afirmación del cristianismo, era su piedra de
tropiezo. No podía con ella. Valoraba a Jesús, su
Nosotros hemos superado también el escándalo del
Dios que se hace niño. Cada uno hemos seguido
distintos caminos para hacerlo, pero hay un camino que
hemos hecho todos: nuestra experiencia. Me explico...
fe, o una fe que se ha hecho costumbre, que está lejos
de experimentar que Dios es con nosotros.
En estos días dentro de nosotros se enciende alguna
cosa. Todos hemos hecho la experiencia: este
acontecimiento que hacemos presente, a través de la
liturgia, nos da vida, nos da luz, nos da paz, fuerza para
amar, en una palabra nos llena el corazón.... Todo esto
viene de Dios.
Hoy recibimos una luz: Dios es con nosotros. Y esta luz
hace falta custodiarla, alimentarla, para que las
tinieblas no la ahoguen, para que los aires fríos de
nuestra sociedad no la apaguen...
Y desde esta perspectiva ¿qué es evangelizar?:
evangelizar es comunicar una alegría: Dios es con
nosotros.
¿Por qué sentimos todo esto? Sentimos esto porqué
cuando en el salmo cantábamos “hoy nos ha nacido un
Salvador...”, este “hoy” es real, no es virtual. No sólo
recordamos, estamos haciendo presente el nacimiento
de Jesús y al hacerlo presente y tener el corazón
abierto Él puede nacer, volver a nacer, en nosotros.
Quedamos afectados por su nacimiento y cada uno
recibe lo que necesita.
Hoy en esta celebración la Vida estalla en medio de
nosotros, dispuesta a vivificar a todo aquel que se abra
a su acción... Es una celebración tan importante que
tiene octava, quiere decir que durante 8 días estamos
celebrando, haciendo presente, el misterio de la
Navidad... ¡Aprovechémoslo!
Estamos viviendo un acontecimiento que da vida y
sentido a nuestra existencia porqué estamos viviendo
“Dios con nosotros” (Emmanuel), y esto lo cambia todo
(realidad...)
Y acabo con unas palabras del Papa Benedicto en la
catequesis que hizo miércoles pasado: “ Queridos
hermanos y hermanas, vivamos con alegría la Navidad...
Vivamos este acontecimiento maravilloso: el Hijo de
Dios nace aún “hoy”, Dios está verdaderamente
cercano a cada uno de nosotros y quiere encontrarnos,
quiere llevarnos a Él. Es Él la verdadera luz, que elimina
Por esto, es tan diferente una vida de fe verdadera,
donde Dios es con nosotros, de una vida donde no hay
y disuelve las tinieblas que envuelven nuestra vida y a
la humanidad. Vivamos la Navidad del Señor
contemplando el camino del inmenso amor de Dios que
nos ha elevado hacia Sí a través del Misterio de la
Encarnación, Pasión, Muerte y Resurrección de su
Hijo.” Amén.