1º. De enero
Solemnidad de la Madre de Dios
“Cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer”
(Ga 4, 4).
Encontraron a María, a José y al Niño. Al cumplirse los ocho días, le pusieron el
nombre de Jesús . La fiesta de Santa María Madre de Dios, la imposición del Nombre
de Jesús a los ocho días de nacido, y la Jornada Mundial de Oraciones por la Paz,
son los temas centrales del primer día del año en la Iglesia Católica.
La Palabra de Dios hoy contempla de modo especial a María, como Madre de
Dios. Ocho días después del nacimiento de Jesús recordamos a su Madre, la
Theotkos, la “Madre del Rey que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos”
(Antífona de entrada). “Cuando lleg la plenitud de los tiempos, envi Dios a su
Hijo, nacido de mujer” ( Ga 4, 4). El apóstol san Pablo alude a la maternidad divina
de María cuando habla de la “mujer” por medio de la cual el Hijo de Dios entr en el
mundo.
El dogma fundamental de todo el cristianismo es que Jesús es Dios, el Verbo de
Dios encarnado. Luego María, su Madre, es la Madre de Dios, la Madre del Verbo
encarnado. Se trata, pues, de algo expresa y claramente revelado por Dios en la
Sagrada Escritura y definido expresamente por la Iglesia en el Concilio de
Éfeso como verdad de fe.
Sobre la maternidad de divina de María, San Cirilo de Alejandría (370-444)
enseña: “Me sorprende que haya personas que se hagan esta pregunta: ¿hay que
llamar a María Madre de Dios? Ya que si nuestro Señor Jesucristo es Dios ¿cómo la
Virgen que lo trajo al mundo no sería la Madre de Dios? Es la creencia que nos han
transmitido los santos Apóstoles, aun cuando ellos no hayan usado este término. Es
la enseñanza que hemos recibido de los santos Padres.
La Virgen es verdaderamente Madre de Dios pues ella concibió de forma
sobrenatural a Cristo, el Salvador, que participa también de su carne y sangre y
que, en el plano humano, procede de la misma sustancia que su Madre y que
nosotros mismos.
Además de la maternidad, hoy también se pone de relieve la virginidad de
María. Se trata de dos prerrogativas que siempre se proclaman juntas y de manera
inseparable, porque se integran y se califican mutuamente. María es madre, pero
madre virgen; María es virgen, pero virgen madre. Si se descuida uno u otro
aspecto, no se comprende plenamente el misterio de María, tal como nos lo
presentan los Evangelios.
Por consiguiente, si María es Madre de Cristo y Cristo es la Cabeza de la Iglesia,
la que es Madre de la Cabeza es Madre de los miembros del Cuerpo de su Hijo. Por
esto, María es Madre espiritual de toda la humanidad. San Agustín (354-430)
ensea que María es madre de los miembros de Cristo, “…que somos nosotros,
porque cooperó con su caridad para que nacieran en la Iglesia los fieles, miembros
de aquella Cabeza de la que es efectivamente madre según el cuerpo…” Por tanto,
la Virgen santa es Madre de la Iglesia y Madre de cada uno de sus miembros, es
decir, Madre de cada uno de nosotros, en Cristo.
Por su total adhesión a la voluntad del Padre, a la obra redentora de su Hijo, a
toda moción del Espíritu Santo, la Virgen María es para la Iglesia el modelo de la fe
y de la caridad. Así pues, contemplando a María como Madre de Dios y Madre de la
Iglesia, como nuestra Madre, comenzamos este nuevo año, que recibimos de las
manos de Dios como un „talento‟ precioso que hemos de hacer fructificar, como una
ocasión providencial para contribuir a realizar el reino de Dios, siguiendo el camino
que camino nuestra Madre.
Así, pues, al inicio de este nuevo año queramos ser dóciles hijos y discípulos de
la Madre de Dios y Madre nuestra. Hoy decidamos seguir el camino que Ella siguió,
queramos aprender de ella, la Madre santa, a acoger en la fe y en la oración la
salvación que Dios no cesa de donar a los que confían en su amor misericordioso.
Pidamos a María, Madre de Dios, que nos ayude a acoger a su Hijo y, en él, la
verdadera paz. “El Seor te bendiga y te proteja, (...). El Seor se fije en ti y te
conceda la paz” ( Núm. 6, 24. 26), ahora y siempre.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)