Encuentros con la Palabra
La Sagrada familia – Ciclo B (Lucas 2, 22.39-40)
“Estaba lleno de sabiduría y gozaba del favor de Dios”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
Un matrimonio de profesionales jóvenes, con dos hijos pequeños, fue asaltado un día por
un familiar cercano con una pregunta que nunca se habían esperado: – ¿Estarían ustedes
dispuestos a prestarle el carro nuevo a la empleada del servicio durante todo un día?
Ellos, sin entender para dónde iba el interrogatorio, respondieron casi al tiempo y sin
dudar ni un momento: “ Ni de riesgos. ¡Cómo se le ocurre! ¡No faltaba más! ” El familiar,
dejando escapar una sonrisa de satisfacción al ver cómo habían caído redonditos, les dijo:
“Y, entonces, ¿cmo es que dejan todo el día a sus dos hijos en manos de la misma
empleada del servicio?”
No se trata de juzgar la forma de ejercer la paternidad o la maternidad en los tiempos
modernos. Ni soy yo el más indicado para decir qué está bien y qué está mal en la
educación de los hijos, puesto que no los tengo; pero cuando escuché esta historia me
conmoví interiormente y pensé mucho en la forma como se van levantando actualmente
los hijos de matrimonios conocidos.
La familia es el núcleo primordial en el que crecemos y nos vamos desarrollando como
personas. Lo que aprendemos en la casa nos estructura interiormente para afrontar los
retos que nos plantea la vida. Lo que no se aprende en el seno del hogar es muy difícil
que luego se adquiera en el camino de la vida. Los primeros años de nuestro desarrollo
son fundamentales y tal vez a veces lo olvidamos.
Es muy poco lo que los Evangelistas nos cuentan sobre la vida familiar de Jesús, José y
María; sin embrago, por lo poco que se sabe, ellos tres constituyeron un hogar lleno de
amor y cariño en el que se fue formando el corazón del niño Jesús. Y, a juzgar por los
resultados, ciertamente, tenemos que reconocer que debió ser una vida familiar que le
permiti al Nio crecer hasta la plenitud de sus capacidades: “Y el nio crecía y se hacía
más fuerte, estaba lleno de sabiduría y gozaba del favor de Dios”.
Que nuestros niños crezcan también fuertes y llenos de sabiduría, gozando del favor de
Dios, de tal manera que no tengan que rezar a Dios con las palabras que leí alguna vez
en una revista:
"Señor, tu que eres bueno y proteges a todos los niños de la tierra,
quiero pedirte un gran favor: transfórmame en un televisor .
Para que mis padres me cuiden como lo cuidan a él,
para que me miren con el mismo interés
con que mi mamá mira su telenovela preferida o papá el noticiero.
Quiero hablar como algunos animadores que cuando lo hacen,
toda la familia calla para escucharlos con atención y sin interrumpirlos.
Quiero sentir sobre mí la preocupación que tienen mis padres
cuando el televisor se rompe y rápidamente llaman al técnico.
Quiero ser televisor para ser el mejor amigo de mis padres y su héroe favorito.
Señor, por favor, déjame ser televisor aunque sea por un día".
* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
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