“El es el Hijo de Dios”
Jn 1, 29-34
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. JUAN BAUTISTA, “EL PRECURSOR”, LO RECONOCE COMO EL MESÍAS
A través de todos los tiempos los profetas habían hablado de él, sin embargo, hubo uno
de un carisma exclusivo, Juan Bautista, “el precursor”, el lo reconoce como el Mesías, y lo
presenta como, “el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”, y dice que el ha
visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre El y lo
muestra como “ése es el que bautiza en el Espíritu Santo”.
Para Juan evangelista, la obra principal de Jesús consiste en “quitar el pecado del
mundo”. Y el gran pecado es rechazar la Luz que ha venido al mundo para iluminar a
todos los hombres (Jn 1,9). En efecto, rechazar a Cristo es el mayor y único pecado.
Jesús cumplirá esta magna obra de reconciliación entre Dios y el hombre porque él
mismo es Dios. Es así como lo expresa además es Evangelio, donde en la escena del
bautismo nos muestra la presencia del Espíritu, que desciende del cielo en forma de
paloma sobre Jesús y permanece sobre El.
2. ESTE ES EL CORDERO DE DIOS QUE QUITA EL PECADO DEL MUNDO
Relata el Evangelio: Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. A éste
me refería yo cuando dije: “Detrás de mí viene uno superior a mí, porque existía antes
que yo”. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que El fuera
manifestado a Israel”.
Este es el Segundo testimonio oficial mesiánico del Bautista ante un grupo de sus
discípulos, comienza el relato diciendo que Juan Bautista vio acercarse a Jesús, que por
esos días vivía en las proximidades del Jordán, “Esto ocurri en Betania, al otro lado del
Jordán, donde estaba Juan bautizando”. (Jn 1,28). Se piensa esto porque no dice que
haya cambiado de lugar y el evangelio relata que al día siguiente ve venir a Jesús hacia
el. Estas son las primeras actividades de Jesús desde el primer testimonio de Juan; “Yo
bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis, que viene
detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia” (Jn 1,27),
hasta el primer milagro en las bodas de Cana (2:1-11).
¿A qué concurrencia se dirige? No se precisa, pero en todo caso no es la comisión
venida de Jerusalén la que ya desapareci de escena, “cuando los judíos enviaron donde
él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: ¿Quién eres tú? (Jn 1,19). Los
discípulos del Bautista, ante los que también va a dar testimonio, entran explícitamente
en escena más tarde (Jn 1, 35). Es posible que sean parte de las afluencias que venían a
él para ser bautizadas; “Acudía entonces a él Jerusalén, toda Judea y toda la regin del
Jordán, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. (Mt 3, 5-6).
En todo caso, el tono íntimo, expansivo, gozoso que usa, en fuerte contraste con las
secas respuestas a los representantes del Sanedrín (Jn 1, 20-21), hace pensar que sitúa
la escena en un asistencia simpatizante y probablemente reducida.
3. ¿PORQUE SE LLAMA AQUÍ A CRISTO EL CORDERO DE DIOS?
Viendo el Bautista que Jesús se acerca en dirección a él, aunque podría referirse al
momento en que Cristo se acerca para recibir el bautismo, y posiblemente después del
mismo bautismo, hace ante esta asistencia otro anuncio oficial de quién es Cristo,
diciendo: “Este es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo.”
Esta frase, de gran importancia mesiánica, nos motiva a preguntarnos, ¿Qué significa
aquí, o por qué se llama aquí a Cristo el Cordero de Dios? o ¿Y en qué sentido quita el
pecado del mundo? ¿Por su inocencia, por su sacrificio, o en qué forma?
En primer lugar conviene precisar que el verbo usado aquí por quitar significa
estrictamente quitar, esto es, hacer desaparecer, y no precisamente llevar, Pero la razón
más decisiva es su paralelo conceptual con la primera epístola de San Juan: “Sabéis que
Cristo apareci para quitar los pecados” (1 Jn 3:5).
Cristo aquí es, pues, presentado como el “Cordero de Dios que quita el pecado del
mundo”. Puede ser que el Bautista querría referir así a Cristo al cordero pascual que era
el símbolo de liberación del pueblo de Israel.
Como sabemos, el cordero era la victima común en todo sacrificio oficial o particular, así
es como el cordero pascual era un verdadero sacrificio, de allí que Juan considera al
cordero como un símbolo de redención y sacrificio por los pecados.
4. CRISTO SE OFRECIÓ POR LOS PECADOS DE TODOS
Podemos pensar además se refiere al Siervo de Yahvé de Isaías, que va a la muerte
como cordero llevado al matadero, que llev sobre él los pecados de los hombres: “Como
un cordero al degüello era llevado”(Is 53:6-8). Del mismo modo querría indicarse la
inocencia de Cristo. El cordero, como símbolo de inocencia, es usado en estas
circunstancias; “con una sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin mancilla,
Cristo”, (1 Pe 1:18). Además, se pone esto en funcin de la primera epístola de San Juan,
donde se dice: Sabéis que (Cristo) apareció para quitar los pecados y que en El no hay
pecado” (1 Jn 3:5).
Cuando asistimos a la celebracin de la eucaristía, oímos antes de la comunin: “Este es
el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo”, y así fue como sucedi, Cristo se
ofreció por los pecados de todos, en especial los nuestros, por todo lo que ofende a Dios,
por ese mundo que vivimos a diario, por el sacrificio de ese Cordero, sacrificado en la
cruz, Jesucristo.
En la primera epístola de San Juan además dice: Todo el que permanece en El, no peca;
y todo el que peca, ni le ha visto ni le ha conocido” (1 Jn 3:5-6). Y luego nos hace ver aún
más profundamente el modo cómo ejercerá Cristo, el Mesías, esta obra de purificación de
pecado para lograr la plenitud de la santidad. “Quien ha nacido de Dios no peca, porque
la simiente de Dios está en él” (1Jn 3:9).
5. Y NO HABRÁ EN ÉL PECADO ALGUNO
Esto es lo que se lee en el libro apócrifo del Testamento de los doce patriarcas en uno de
los relatos: “Después de estas cosas, un hombre será suscitado de su raza, como el sol
de justicia, y no habrá en él pecado alguno. Y los cielos se abrirán sobre él, derramando
el Espíritu, la bendición del Padre Santo; y él mismo derramará sobre vosotros el Espíritu
de gracia, y vosotros seréis por él hijos en verdad, y caminaréis en sus mandamientos,
desde el primero al último”.
Tanto interpretando esta frase a la luz del mismo San Juan, evangelio y primera epístola,
como en función del Antiguo Testamento y ambiente pre-cristiano del judaísmo, se ve
que esta obra de Cristo es obra, al menos en un sentido directo, no de expiación, sino de
purificación y santificación de los seres humanos, por obra del Mesías, al comunicarles el
Espíritu, del que El está lleno y sobre el que reposa.
Jesucristo bautiza al mundo en el Espíritu, comunicándole la Vida, de este modo es
antítesis del pecado.
6. ES EL QUE BAUTIZA EN EL ESPÍRITU SANTO
Los evangelios, nos hablan del Bautismo en Espíritu y de Fuego, contraponiendo al
bautismo del Bautista, con agua, lo que pretende dar a entender que será el Espíritu de
Dios quien les hará tener una vida nueva mas justa y mas santa; la obra del Espíritu en
los hombres es obra de purificación por una parte y por otra de santificación.
De este modo, no debemos descuidar nuestra devoción al Espíritu Santo, más aún si
sabemos que de El vine la Vida, la verdadera Vida, la Vida de Gracia.
Relata este Evangelio: Y Juan dio testimonio diciendo: Yo he visto que el Espíritu bajaba
desde el cielo como una paloma y permanecía sobre él. Yo mismo no lo conocía, pero el
que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquél sobre quien veas que baja el Espíritu y
permanece sobre él, ése es quien bautizará con Espíritu Santo”.
7. “DETRÁS DE MÍ VIENE UNO QUE PASÓ DELANTE DE MÍ, PORQUE ERA
ANTES QUE YO”
Juan Bautista ha conocido la divinidad de Jesús, al conocer su pre-existencia. También
Juan era una persona predestinada ya antes de nacer. De aquí el destacarse que Cristo
es de quien dijo el Bautista: “Después de mí viene un hombre que me precede, porque
existía antes que yo”
Aunque el seguir a otro es condición de inferioridad, aquí sucede al revés; pues si Cristo
vino temporalmente, en su ministerio público, después del Bautista, sin embargo, lo
sobrepasó, no sólo por su ministerio, sino también porque era primero que él por su
preexistencia, por su dignidad, pues el Bautista se confesó indigno de prestarle servicios
de esclavo: “a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia,” (Jn 1, 27)
8. EL ELEGIDO DE DIOS
El Bautista, dotado de un prestigio excepcional, dio testimonio de Cristo, diciendo que él
era su precursor. Y él, al ver cumplirse la seal del cielo, lo proclam “el Elegido de Dios,”
(Jn 1,34), que es el Mesías, con la evocacin Isaiana del “Siervo de Yahvé,” sobre el que
estaba el Espíritu, posando sobre El, y acusando así la plenitud de sus dones en el
Mesías.
Y el Bautista, con su bautismo, vino a ungir mesiánicamente a Cristo, al tiempo que lo
present oficialmente a Israel. Y a este fin redacta así esta seccin el evangelista. “Yo no
lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que El fuera manifestado a Israel”. Y
que Juan era el Elías, ambientalmente esperado, tenía a su favor en la catequesis
primitiva las mismas palabras de Cristo, quien, hablando del Bautista, dijo: “Y si queréis
oírlo, él es Elías, que ha de venir” (Mt 11:14).
Y en Cristo Mesías también se cumplían las concepciones circunstanciales de la época.
Hasta su vida de ministerio público, Cristo había vivido en Nazaret y Cafarnaúm, en una
vida socialmente oscura y desconocida para todos. Tanto, que el evangelista recoge las
palabras del Bautista, que dice aquí: “Yo no le conocía”. Y en el pasaje anterior dice: “En
medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis”. Ya vivía entre ellos, pero aún
les era desconocido como Mesías.
Los que invocan en cualquier lugar el nombre de Jesucristo, que es Señor suyo y
nuestro, gracia y paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor. (1 Cor 1,
2-3)
El Señor les Bendiga