Sábado 31 de Diciembre de 2011
7º día de la octava de Navidad 2011
1Juan 2,18-21
Hijos míos, es el momento final. Habéis oído que iba a venir un
Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos
cuenta que es el momento final. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los
nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero
sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a
vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis. Os he escrito,
no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna
mentira viene de la verdad.
Salmo responsorial: 95
R/Alégrese el cielo, goce la tierra.
Cantad al Señor un cántico nuevo, / cantad al Señor, toda la tierra; /
cantad al Señor, bendecid su nombre, / proclamad día tras día su victoria. R.
Alégrese el cielo, goce la tierra, / retumbe el mar y cuanto lo llena; /
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, / aclamen los árboles del bosque. R.
Delante del Señor, que ya llega, / ya llega a regir la tierra: / regirá el
orbe con justicia / y los pueblos con fidelidad. R.
Juan 1,1-18
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la
Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la
Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra
había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la
tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan:
éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos
vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz
verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el
mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los
suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de
Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni
de amor humano, sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos
contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de
verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: "Éste es de quien dije: "El que
viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."" Pues de su
plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de
Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha
visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a
conocer.
COMENTARIOS
Hoy acaba un año, y es preciso que demos gracias a Dios por la vida que
sigue siendo posible a pesar de las múltiples adversidades. Que sea la bendición de
Dios la que colme hoy y siempre nuestro ser, nuestras familias y comunidades;
que, hecho el balance de fin de año, seamos capaces de ver el paso de Dios por
nuestra historia.
En el evangelio de Juan, hoy encontramos una clara referencia al origen
de Jesús, al origen de todo cuanto existe. La palabra creadora de Dios, la que ha
existido siempre es la fuente inagotable de la vida, de ella proviene todo.
Dios quiere una humanidad fundada en el proyecto de la Luz; consciente
de las tinieblas que habitan el mundo, pero decidida a luchar contra ellas con un
proyecto de amor, de justicia, de solidaridad. Hoy, cuando se confirma el fracaso de
las estructuras capitalistas que parecían tener la formula para el progreso humano.
Ese modelo de intereses oscuros ha fracasado, pero no así la esperanza de los
pobres; por eso, la nueva humanidad debe orientar su esperanza hacia Jesús y su
proyecto de justicia, de igualdad, de amor y de perdón.
Juan Alarcón, s.j