Solemnidad. Santa María, Madre de Dios (1 de enero)
Homilía basada en el Catecismo de la Iglesia Católica
«¡Salve, Santa Madre de Dios, que diste a luz al Rey que dirige los destinos del
cielo y de la tierra!»
I. LA PALABRA DE DIOS
Nm 6,22-27: «Invocarán mi nombre sobre los israelitas y yo les bendeciré»
Sal 66,2-3.5.6.8: «El Señor tenga piedad y nos bendiga»
Ga 4,4-7: «Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer»
Lc 2,16-21: «Encontraron a María y a José y al Niño. Al cumplirse los ocho
días le pusieron por nombre Jesús»
II. APUNTE BÍBLICO-LITÚRGICO
La plenitud de los tiempos no es un momento de madurez de la humanidad. La
plenitud es obra de Dios. Pablo mira desde atrás, con la vista puesta en el único
autor del futuro del hombre: Dios. «Sólo con ojos de redimido puede llamar
plenitud de los tiempos» al momento de la Encarnación. El proyecto de Dios tiene
un objetivo primordial: la liberación del hombre. Dios, fiel a sí mismo, hace al
hombre libre. La primera es su Madre Santísima, primera entre los salvados y única
en la obra de Dios.
Tal como lo había anunciado el ángel, al octavo día se impuso al niño el nombre de
Jesús: «Dios ayuda», «Dios salva». La mentalidad bíblica destaca que el nombre
lleva consigo una misión: «él salvará al pueblo de los pecados», y quién puede
darla.
III. SITUACIÓN HUMANA
El hombre tiene ante sí el formidable reto de la historia. Se le da desde ella la
ocasión de hacerla de manera que repercuta en beneficio propio y de los demás, de
poner en juego multitud de iniciativas. Quien se desentienda de ella es en cierto
modo desleal a su propia vocación humana.
Los cristianos sabemos que es precisamente en esta historia en la que Cristo
irrumpe, para que nada fuera ya igual.
IV. LA FE DE LA IGLESIA
La fe
– María, escogida para ser Madre del Hijo de Dios: "«Dios envió a su Hijo» (Ga
4,4), pero para «formarle un cuerpo» (cf. Hb 10,5) quiso la libre cooperación de
una criatura. Para eso desde toda la eternidad, Dios escogió para ser la Madre de
su Hijo, a una hija de Israel, una joven judía de Nazaret en Galilea, a «una virgen
desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la
virgen era María»" (488).
– María, Madre de Dios: 495.
– Jesús, «Dios salva»: 430. 432.
– El nombre de Dios, presente en la Persona del Hijo: 432.
La respuesta
– El culto a la Santísima Virgen: "«Todas las generaciones me llamarán
bienaventurada»(Lc 1, 48): «La piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un
elemento intrínseco del culto cristiano». La Santísima Virgen es «honrada con razón
por la Iglesia con un culto especial. Y, en efecto, desde los tiempos más antiguos,
se venera a la Santísima Virgen con el título de «Madre de Dios», bajo cuya
protección se acogen los fieles suplicantes en todos sus peligros y necesidades..."
(971; cf 1172).
El testimonio cristiano
– «Más bienaventurada es María al recibir a Cristo por la fe que al concebir en su
seno la carne de Cristo» (San Agustín, virg.,3).
– «Celebramos hoy el octavo día del nacimiento del Salvador. Y veneramos tus
maravillas, Señor, pues la que ha dado a luz es Madre y Virgen, y el que ha nacido
es Niño y Dios. Con razón ha hablado el cielo, y los ángeles han anunciado su gozo;
los pastores se alegraron, los magos fueron conducidos al pesebre; los reyes
temblaron y coronaron con glorioso martirio a los inocentes» (San Agustín, 21
Sermón de Navidad).
Si Dios ha escogido a María como camino para encontrarse con la humanidad, la
humanidad salvada por Cristo encontrará en la Virgen el camino para el encuentro
con Dios.
Con permiso de Almudi.org