Ciclo B. Santa María, Madre de Dios.
Antonio Elduayen, C.M.
Queridos amigo
En nuestro calendario, este 1º de enero es Año Nuevo y Día de la Paz, cuando
estrenando 2012, todos nos deseamos la paz, tan esquiva, y los gobernantes y el
Papa nos envían sentidos Mensajes de Paz. Es también la octava de Navidad, que
litúrgicamente termina hoy, y el Día de la Maternidad de María, el título de los
títulos de María y su título matriz de todos los demás. Es por ello que la Iglesia la
celebra en el inicio del año: para ponerlo en sus manos, bajo su amparo. El
razonamiento de la iglesia es éste: si el Padre Dios confió a María su querido Hijo,
¿con cuánta mayor razón habremos de confiarle nosotros nuestro esperado Nuevo
Año?
Santa María Madre de Dios, es la frase-invocación, con la que la Iglesia abre y
quiere que nosotros abramos el Año Nuevo. Más aún, por medio del evangelio de la
misa de hoy (Lc 2, 16-21), hasta nos ofrece las consignas con las que podemos
hacer que el Nuevo Año sea feliz y fructuoso, para nosotros y los nuestros. Estos
consignas son: 1. Ponerlo todo bajo el nombre de Jesús; 2. Admirar y meditar los
acontecimientos de cada día; y 3. Contar a todos las maravillas del Señor. Les
garantizo que será un año pleno si vivimos los 365 días del 2012 con esas
consignas. Veámoslas un poco más al detalle.
Ante todo poner el nuevo año bajo el nombre de Jesús, pues es el nombre sobre
todo nombre (Ef 1,21) y quien lo invoque será salvo (Rm 10, 13). El Proyecto
misterioso de Dios es instaurar todas las cosas en Cristo, tanto las celestiales como
las de la tierra (Ef 1, 10). Por eso todo lo que podamos decir o hacer, hagámoslo en
el nombre de Jesús el Señor (Col 3,17). Jesús quiere decir Salvador y es el nombre
querido por Dios para su Hijo, ya que significa lo que el Padre y el Hijo quieren
hacer por el Espíritu Santo: salvar el mundo (Jn 3,17).
Luego está el asombro, con y como María (Lc 1, 19.51). Por las cosas de Dios (que
el Todopoderoso ame tanto al mundo, que su Hijo se haya hecho hombre, etc.), y
por las cosas de cada día: las grandes y las pequeñas, las especiales y las
ordinarias. Todo debiera llenarnos de admiración y llevarnos a la reflexión. La
puesta del sol en la noche y el levantarnos cada mañana, etc. De parte de Dios
todo es gracia y todo debiera ser asombro para nosotros. No caer en la rutina ni el
acostumbramiento ni la desmotivación ni la indiferencia. Carpe diem: haz rendir
imaginativamente cada día del Año Nuevo.
Contar a todos las maravillas del Señor, en especial las que hace por nosotros (Lc
1,49), debiera ser nuestra consigna en cada día del Año Nuevo. ¡Cuánto mejor nos
iría si en vez de ver y contar tanta cosa negativa (¡tiene rating!, dicen), viéramos y
contáramos más las positivas; las buenas obras, que a cada rato todos hacemos.
Urge la vuelta a las cosas sencillas de la vida, que en definitiva hacen que la vida
sea amable y loable. Como los pastores de Belén, vivamos alabando y dando gloria
a Dios (Lc 2,20)
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)