¿Los poderes políticos y religiosos contra el pueblo?
Epifanía del Señor 012 B
¿Habrá ocasin más esperada por chicos y grandes que la fiesta de los “Santos
Reyes”?
Gran expectación se tiene en esa noche por la llegada de esos personajes
misteriosos que aparecen de noche y suscitan la ilusión, la esperanza y el gozo de
un regalo aunque sea debajo de la almohada. Es una fiesta que alegra nuestras
calles y plazas con el estreno de los juguetes nuevos. ¿Cuál es el origen de esta
fiesta y su mensaje para los del siglo XXI?
La fiesta de Navidad y la de Epifanía celebran el mismo hecho, el hecho del
nacimiento del Hijo Dios hecho Carne y puesto como Salvador de todos los
hombres. El acontecimiento ocurre en Belén una pobre aldea cerca de la gran
Jerusalén, que ve resplandecer una grande luz que anuncia la salvación a todos los
pueblos. Al momento de su nacimiento, los más pobres y más desarrapados de
entre los habitantes de la región, son los pastores, sucios, mal olientes y
despreciados por todos, los que tienen la gran oportunidad de acercarse al pequeño
niño custodiado por su madre. Pero no fueron los únicos. Venidos de tierras
extrañas, aparecen unos magos, que eran científicos, astrólogos, astrónomos,
matemáticos y médicos, se presentan en Jerusalén, guiados por una misteriosa
estrella, preguntado por el que había nacido rey de los judíos, pero tienen la mala
fortuna de preguntarle a un rey espurio, ilegítimo, sediento de poder y celoso de su
reinado, el cruel Herodes, que inmediatamente siente a aquellos magos y sobre
todo al objeto de su búsqueda, como un peligro latente para su reino. Pero es muy
astuto y convoca a los sacerdotes y escribas para que le determinen dónde tendría
que nacer el Mesías. Ellos eran los encumbrados dirigentes religiosos, legisladores,
teólogos e intérpretes exclusivos del mensaje divino. Inmediatamente determinan
el lugar: Belén. Pero ni la autoridad civil, ni el poder eclesiástico mueven un dedo
para ir al lugar desde donde debe encenderse la luz para toda la humanidad. En ese
momento los dos poderes se hermanan y se unen, pero no para adorar al recién
nacido, sino con las torvas intenciones de continuar con su poder, sus privilegios,
su prestigio y su soberbia, igual que lo han hecho con la Iglesia cuando
pretendiendo ayuda y protección, lo único que quieren es someterla,
amordazándola y esclavizándola. “Vayan, averigüen que hay de ese nio para que
yo también vaya a adorarlo”, fue la consigna del Rey. Y los magos se pusieron en
camino y la estrella que momentáneamente se les había ocultado, nuevamente
surgió en lo alto, hasta dejarlos frente al recién nacido. Ahí descargan sus regalos,
convirtiéndose en profetas para aquél niño, pues le regalan oro porque sería rey,
incienso porque es el Hijo de Dios y mirra porque tendría que sufrir como profeta
por todos los hombres.
Éste es, pues, el mensaje de la Epifanía, un Dios que se hace hombre, se hermana
con todos los hombres, a los que quiere hacer portadores de su salvación. Se
acaban los privilegios de un solo pueblo, y la luz, su estrella, la estrella de Jesús, el
Cristo, es ahora la estrella del Salvador de todos los hombres. Una luz que ya nadie
podrá apagar, y que impedirá que tinieblas de sombra y de muerte aplaquen la luz
divina para los pobres, los que han estado sometidos y maniatados por el mundo y
los poderosos que ostentan la riqueza y el poder. Bien han hecho primero el Beato
Juan Pablo II y ahora el Pontífice felizmente reinante, Benedicto XVI, en reunir en la
tierra de Francisco, en Asís, a todos los representantes de las religiones más
conocidas, para orar al único y verdadero Dios por el mundo que necesita paz,
consuelo y tranquilidad. Su iniciativa no ha sido reconocida por todos, pero ese es
un pleno reconocimiento de que en todas las religiones hay parte de verdad y parte
de bondad que nos hará reconocer que somos una sola familia en camino a la casa
del Buen Padre Dios. Que el Señor encienda siempre en nosotros la luz de la
verdad, de la paz y del amor.
El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera sus comentarios en
alberami@prodigy.net.mx