EPIFANÍA DEL SEÑOR 6/8 DE ENERO 2012
Isaías 60, 1-6
¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece
sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos, pero sobre ti
amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti; y caminarán los pueblos a tu luz;
los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se
han reunido, vienen a ti: tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos.
Entonces lo verás, radiante de alegría; tu corazón se asombrará, se ensanchará,
cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los
pueblos. Te inundará una multitud de camellos, los dromedarios de Madián y de
Efá. Vienen todos de Sabá, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas
del Señor.
Salmo responsorial: 71
R/Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra.
Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes: para que rija a tu
pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. R.
Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que
domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra. R.
Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributos; que los reyes de
Sabá y de Arabia le ofrezcan sus dones, que se postren ante él todos los reyes, y
que todos los pueblos le sirvan. R.
Porque él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él
se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres. R.
Efesios 3, 2-6
Hermanos: Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se
me ha dado en favor vuestro. Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio
que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido
revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los
gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la Promesa
en Jesucristo, por el Evangelio.
Mateo 2, 1-12
Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos
Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: "¿Dónde está el rey de
los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a
adorarlo". Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él;
convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía
que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: "En Belén de Judá, porque así lo ha
escrito el profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de
las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo
Israel"".
Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el
tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: "Id y
averiguad cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encontréis, avisadme,
para ir yo también a adorarlo". Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino,
y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a
pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa
alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de
rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro,
incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes,
se marcharon a su tierra por otro camino.
COMENTARIOS
ISAÍAS . A través del lenguaje simbólico, como es habitual en los textos
proféticos, se proclama ahora la proximidad del gran día. Según las apariencias,
Jerusalén es una ciudad olvidada por Dios. Parece como si los planes de
restauración resultasen imposibles de lograr, pues la ciudad, tras varios años de
esfuerzo y sacrificio, sigue siendo una ruina; es como un viejo barco que hace
aguas por todas partes y apenas se mantiene a flote con una tripulación
desalentada e inexperta.
Pero el profeta siente que, definitivamente, el Señor se acerca, y, como una
luz, brillará sobre la oscurecida ciudad. La grandeza de Jerusalén no se basa, como
sucede con otras grandes ciudades, en sus tesoros y palacios, sino en que es la
morada del Señor de universo. Por eso, la luz llega a Jerusalén, y desde
allí se extenderá a todos los rincones de la tierra. Todos los pueblos podrán ver ese
camino de luz, lo seguirán y confluirán en ella.
EVANGELIO. El evangelio que leemos hoy, en la Fiesta de la «Epi-fanía»,
confirma este carácter universal de la salvación de Dios. Mateo expresa, por medio
de este relato simbólico, el origen divino de Jesús y su tarea salvífica como Mesías,
como rey de Israel, heredero del trono de David; para ello el evangelista insiste en
nombrar con exactitud el lugar donde nació Jesús y en confirmar, a través del
Antiguo Testamento, que con su presencia en la historia se da cumplimiento a las
palabras de los profetas.
Por otro lado, el rechazo de este nacimiento por parte de las autoridades
políticas (Herodes) y religiosas (sumos sacerdotes y escribas) del pueblo judío y el
gozo infinito de los magos, venidos de Oriente, anuncian, desde ya, ese carácter
universal de la misión de Jesús, la apertura del evangelio a los paganos y su
vinculación a la comunidad cristiana.
La Epifanía del Señor es la celebración precisa para confesar nuestra fe en un
Dios que se manifiesta a toda la humanidad, que se hace presente en todas las
culturas, que actúa en todos, y que invita a la comunidad creyente a abrir sus
puertas a las necesidades y pluralidades del mundo actual.
Éste es para nosotros un relato ejemplar que muestra el proceso de fe de
cada uno. Hemos descubierto dentro de nosotros la estrella de Jesús. La luz interna
que activa nuestro ser para acudir al encuentro del Hijo de Dios, en quien
descubrimos todos los valores: bondad, alegría, fe, solidaridad, amor, paz,
compromiso, libertad, tolerancia, esperanza, entrega... Un camino tortuoso; hay
subidas, bajadas, repechos, curvas cerradas. A veces la estrella se oculta y viene la
atonía, el desencanto. Necesitamos descubrir la estrella otra vez. ¿Cómo? Volviendo
a nuestro interior. Ahí en el silencio Dios nos ofrece su luz. Alguna vez tratamos de
buscarla en lo exterior, el bullicio, el ruido.
El año que hemos iniciado hace unos días nos habla de novedad de Dios, de
ilusión para el tiempo que se nos da, de compromiso por construir un mundo de
paz, justicia y verdad. En este año 2012 sigamos la estrella. Pero no lo olvidemos:
la estrella está dentro de ti.
Juan Alarcón, s.j.
(Extracto de servicios KOINONÍA y de SAL TERRAE: HOMILÉTICA)