IV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
AUTORIDAD, AUTORITARISMO Y DEMONIOS
La Palabra: “Jesús enseaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que
tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar: „qué quieres de mí Jesús Nazareno?'
Jesús le increp: „cállate y sal de ahí'. El espíritu inmundo dando un grito muy
fuerte sali” (evangelio).
1. Jesús enseñaba con autoridad, pero no fue autoritario. El autoritarismo es
imposición por la fuerza, silenciamiento del otro. Una clara deformación en el
ejercicio de la autoridad que procede del verbo latino augere, aumentar. La
autoridad se ejerce bien cuando en vez de oprimir a las personas que obedecen, las
afirma y ayuda a crecer como sujetos libres y responsables. Jesús fue muy duro y
severo contra el autoritarismo político: “No actuéis como los príncipes de este
mundo que se presentan como bienechores y luego acaban oprimiendo al pueblo”.
También contra el autoritarismo religioso: “Ay de vosotros, escribas, fariseos y
maestros de la Ley, que echáis sobre los otros cargas pesadas mientras vosotros no
movéis un dedo!”
2. La libertad es sagrada. Cuando se la niega o reprime, se atenta
directamente contra la dignidad de las personas y de los pueblos. Esa represión
puede tener lugar en el ámbito de la familia, en la economía, en política e incluso
en religión. La ideología del imperialismo tiene muchas versiones. Funcionan con
esa ideología los mercados sin control ético ni político. También las naciones más
poderosas cuando se arrogan el derecho a invadir a un pueblo bélica-mente más
débil. Y esa misma ideología se infiltra en la organización política de cada pueblo
con formas muy sutiles. Hasta dentro de la misma Iglesia la tentación del poder es
amenaza peligrosa. Y Jesús previno a sus discípulos: “El que quiera ser primero sea
servidor de todos”. El espíritu de quienes inventaron Cuba y la historia de este
pueblo, lleva en su entraña el grito de libertad respecto al imperialismo de fuera y a
la ideología imperialista que también se cuece dentro.
3. Y el evangelio que habla de la autoridad y previene contra el autoritarismo, dice
también que Jesús curó a endemoniados. Aunque algunos digan lo contrario, existe
el diablo. En esa figura personificamos la terrible fuerza maligna que desfigura el
rostro de nuestro mundo. Y ojalá el diablo fuera nada más un animal deforme que
se cuela quemando algunos muebles y dejando un mal olor a azufre. Esos
destrozos se arreglarían. Lo malo es que ese mal también logra encarnarse. ¿No es
diabólica una economía que sólo busca la máxima producción y lucro, posponiendo
y cosificando irreveren-temente a las personas y a los pueblos? ¿No causa
destrozos diabólicos esa codicia insaciable de unos pocos que acaparan riquezas sin
pensar en los muchos que no pueden sobrevivir? ¿No son encarnaciones del diablo
los grupos de dominación en economía o en política que no dejan respirar a los
pueblos?
Según el evangelio de hoy ha llegado ya uno más fuerte que el diablo y, si nos
dejamos transformar por el espíritu de ese más fuerte que es Jesucristo, podremos
vencer a los muchos diablos que desfiguran el rostro humano de nuestra sociedad.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net