COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires –
ciclo 2012)
Domingo 15 de Enero de 2012
2º domingo del tiempo ordinario
Evangelio según San Juan 1,35-42 (ciclo B)
“Al día siguiente, estaba Juan otra vez allí con dos de sus discípulos y,
mirando a Jesús que pasaba, dijo: „Este es el Cordero de Dios‟. Los dos
discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús. El se dio vuelta y, viendo
que lo seguían, les preguntó: „¿Qué quieren?‟. Ellos le respondieron: „Rabbí -
que traducido significa Maestro- ¿dónde vives?‟. „Vengan y lo verán‟, les
dijo. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor
de las cuatro de la tarde. Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y
siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro. Al primero que
encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: „Hemos encontrado al
Mesías‟, que traducido significa Cristo. Entonces lo llevó a donde estaba
Jesús. Jesús lo miró y le dijo: „Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás
Cefas‟, que traducido significa Pedro.”
“La llamada: un misterio que tiene verdad”
Estamos ante el seguimiento de la Persona de Jesús. Es la llamada, es la
vocación, que se da en cada uno de nosotros de manera distinta y por
medio de distintos personajes. A veces puede darse en nuestra familia, por
nuestros padres, por nuestros hermanos o por un amigo. Otras veces
puede ser por medio de una catequista o alguien que nos encontramos en la
vida y que nos habla de Dios, de Cristo y nos muestra el Nombre del Señor.
Son distintas formas pero el que llama es el Señor; Él tiene la iniciativa y
nosotros sabemos muy bien que esa llamada es una gracia y que tenemos
que responder. También esa respuesta es dentro del ámbito de la gracia.
Dios nos da la gracia para que uno, libremente, pueda responder.
Entonces, lo primero que sabemos es que Dios nos llama y que esa llamada
es un misterio que tiene verdad, que nos hace pasar del miedo a la
generosidad o de una resistencia a la aceptación; es una vocación, una
llamada personal, habla a cada uno personalmente y cada uno tiene que
descubrir el sentido de su vocación que tendrá que leerla, escucharla,
interpretarla, responderla, asimilarla; descubrir el proyecto de vida que Dios
tiene para cada uno de nosotros, pero siempre será Su iniciativa.
Este proceso de interiorización y descubrimiento se tiene que amasar en la
oración. La oración nos hace ver más agudamente qué nos pide Dios. Por
eso es importante que el seguimiento, tengámoslo claro, no significa perder
la libertad. Sucede que algunos dicen “¡ahora que soy cristiano no puedo
hacer esto, ni lo otro, siempre el no, el no, el no!” ¡De ninguna manera! El
seguimiento es adherirse al Señor que es la Vida; y la vida es vida tiene
mayor densidad de vida.
Cuando uno hace la voluntad de Dios es más libre, más pleno, más íntegro.
Que así como el Padre manda a Cristo, Cristo nos manda a nosotros:
seguirlo para amarlo más y para ser más libre. Quien descubre y vive su
vocación es más libre y puede amar más.
Descúbranla, piensen, no tengan miedo, superen la resistencia y respondan,
ya que tendrán mucha más alegría, docilidad, agilidad y paz
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. Amén.