Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo B, Tiempo Ordinario,
Domingo de la Semana No. 2
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Habla Señor, que tu siervo escucha * Vuestros cuerpos
son miembros de Cristo * Vieron dónde vivía y se quedaron con él
Textos para este día:
1 Samuel 3,3b-10.19:
En aquellos días, Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el
arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y él respondió: "Aquí estoy." Fue corriendo
a donde estaba Elí y le dijo: "Aquí estoy; vengo porque me has llamado."
Respondió Elí: "No te he llamado; vuelve a acostarte." Samuel volvió a acostarse.
Volvió a llamar el Señor a Samuel. Él se levantó y fue donde estaba Elí y le dijo:
"Aquí estoy; vengo porque me has llamado." Respondió Elí: "No te he llamado, hijo
mío; vuelve a acostarte." Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido
revelada la palabra del Señor.
Por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y él se fue donde estaba Elí y le dijo:
"Aquí estoy; vengo porque me has llamado." Elí comprendió que era el Señor quien
llamaba al muchacho, y dijo a Samuel: "Anda, acuéstate; y si te llama alguien,
responde: "Habla, Señor, que tu siervo te escucha."" Samuel fue y se acostó en su
sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes: "¡Samuel, Samuel!" Él respondió:
"Habla que tu siervo te escucha." Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna
de sus palabras dejó de cumplirse.
1 Corintios 6,13c-15a.17-20:
Hermanos: El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor, para
el cuerpo. Dios con su poder, resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros.
¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? El que se une al Señor es
un espíritu con él. Huid de la fornicación. Cualquier pecado que cometa el hombre
queda fuera de su cuerpo. Pero el que fornica peca en su propio cuerpo. ¿O es que
no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo? Él habita en vosotros
porque lo habéis recibido de Dios. No os poseéis en propiedad, porque os han
comprado pagando un precio por vosotros. Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro
cuerpo!
Juan 1,35-42:
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que
pasaba, dice: "Éste es el Cordero de Dios." Los dos discípulos oyeron sus palabras y
siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: "¿Qué
buscáis?" Ellos le contestaron: "Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?" Él les
dijo: "Venid y lo veréis." Entonces fueron, y vivieron dónde vivía y se quedaron con
él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era
uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su
hermano Simón y le dice: "Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)." Y lo
llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: "Tú eres Simón, el hijo de Juan;
tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro)."
Homilía
Temas de las lecturas: Habla Señor, que tu siervo escucha * Vuestros cuerpos
son miembros de Cristo * Vieron dónde vivía y se quedaron con él
1. La Voz del Señor
1.1 Samuel sentía una voz pero no conocía de quién venía esa voz. La Escritura nos
dice: "no conocía todavía al Señor" (1 Sam 3,7) y explica a renglón seguido: "no se
le había revelado la palabra del Señor". De éstos hechos tan sencillos debemos
aprender relacionar tres cosas: conocer al Señor, escuchar su voz y recibir la
revelación de su palabra. Son tres cosas que parecen una sola, pero que el texto
diferencia bien. Notemos que Samuel escuchó la voz del Señor pero aún no conocía
al Señor. El orden, pues, entre estas tres cosas es: escuchar la voz, recibir la
revelación de su palabra y conocer al Señor.
1.2 Este orden se da también en nuestra vida. ¿Qué es la "voz"? Es algo que me
saca de mi mundo; algo que despierta el interés y me pone en camino; una especie
de pregunta que, desde su extrañeza me atrae y fascina. Tal extrañeza puede venir
de un hecho insólito, como la zarza que vio Moisés, o de un milagro un exorcismo o
una sanación. La curiosidad o la apremiante necesidad de arreglar algo de la propia
vida son el motor aquí. No es un mal comienzo, pero es sólo el comienzo.
2. la Revelación de la Palabra
2.1 El segundo paso es quizá el más interesante. El texto dice que a Samuel "no se
le había revelado la palabra del Señor" (1 Sam 3,7). Interesante: oía la voz pero no
se le había revelado la palabra. La voz es el hecho exterior que pone en
movimiento; la palabra, en cambio, es como algo interior, algo que ha de ser
"revelado", según aquello que también leemos en los escritos de Pablo: "cuando
Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a
bien revelar a su Hijo en mí..." (Gál 1,15-16).
2.2 La prueba de que la voz era algo exterior está en que Samuel busca su origen
en lo externo, en este caso, en el sacerdote Elí, a quien se dirige para ponerse a
sus órdenes (1 Sam 3,5). Es también el primer impulso de la religiosidad humana,
que busca el origen de su inquietud en los astros, o en general los elementos de la
naturaleza.
2.3 Dios, en cambio, nos espera en otro "lugar". No está aquí o allá; su presencia
no hay que perseguirla por los cuartos de la casa. Más que algo externo es la
actitud interior lo que abre la comunicación de la Palabra. Esa disposición es la que
nos resume el joven Samuel con su preciosa respuesta: "¡Habla, Señor, que tu
siervo escucha!" (1 Sam 3,10).
3. Llegó a conocer al Señor
3.1 No debemos dejar de notar que esa respuesta la dijo Samuel por indicación de
Elí. Dios fue paciente con Samuel, porque, como dijo muchas veces el Señor a
Santa Catalina de Siena, él bien sabe que el alma es primero imperfecta y luego
perfecta. Lo llamó varias veces, y no dejó de llamarle porque el muchacho no
supiera qué hacer ni cómo prepararse para escuchar. Ya que Samuel se dirigía a lo
exterior, en lo exterior le dio una señal, a través de Elí.
3.2 Este sacerdote, pues, aunque reprobable por otros aspectos, fue el instrumento
para discernir lo que estaba sucediendo en la vida del muchacho. Fue él, y no el
mismo Samuel, quien se dio cuenta de lo que acontecía. Y esto es enseñanza para
nosotros, por dos razones: primero, porque tendemos a pensar que el encuentro
íntimo con el Señor descarta su acción a través de las personas, y eso es falso. Dios
no elimina al resto de la humanidad para hablar al corazón de alguien. Intimidad no
es aislamiento.
3.3 En segundo término, está claro que Elí era un hombre indigno de su sacerdocio,
y así y todo fue instrumento de Dios. Cuando a veces se juzga con tanta dureza a la
Iglesia Católica por las faltas o limitaciones de sus pastores, se tiende a dejar de
lado pasajes como el del día de hoy en que el Señor muestra cómo su providencia y
su gobierno soberano van más allá de los aspavientos, los cotilleos y los
escándalos.
3.4 De todos modos, lo más importante aquí es el fruto de toda esta búsqueda
nocturna de Samuel. Al principio él "no conocía al Señor" (1 Sam 3,7); al final, él
conoce la palabra del Señor y conoce de tal modo su obrar que ninguno delos
oráculos de Samuel dejó de cumplirse (1 Sam 3,19). Eso es conocer al Señor, por
lo menos en un primer nivel: saber de sus obras, de sus planes; conocer qué le
fastidia y qué ama; qué prefiere y qué desea de nosotros.