Cristo te envía… ¿a qué?
2012-01-20
Evangelio
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 13-19
En aquel tiempo, Jesús subió al monte, llamó a los que Él quiso, y ellos lo siguieron.
Constituyó a doce para que se quedaran con Él, para mandarlos a predicar y para
que tuvieran el poder de expulsar a los demonios.
Constituyó entonces a los Doce: a Simón, al cual le impuso el nombre de Pedro;
después, a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, a quienes dio el nombre de
Boanergues, es decir «hijos del trueno»; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo,
Tomás, Santiago el de Alfeó, Tadeo, Simón el Cananeo y a Judas Iscariote, que
después lo traicionó. Palabra del Señor.
Oración introductoria
Jesús, gracias por también pensar en mí, por llamarme y buscarme para que en
este momento de oración pueda experimentar tu amor. No dejes que te defraude,
dame tu gracia para poder escucharte y cumplir con tu voluntad, siempre.
Petición
Ayúdame, Señor, quiero quedarme contigo, permite que sea fiel a mi vida de
gracia.
Meditación
Cristo te envía… ¿a qué?
Según este texto, ¿a qué se les envía? “A predicar con poder para expulsar a los
demonios”. Mateo explica el contenido de la misión con algún detalle más: “Y les
dio poder para expulsar los espíritus inmundos y curar toda clase de enfermedades
y dolencias”. El primer encargo es el de predicar: dar a los hombres la luz de la
palabra, el mensaje de Jesús. Los Apóstoles son ante todo evangelistas: al igual
que Jesús, anuncian el Reino de Dios y reúnen así a los hombres en la nueva
familia de Dios. Pero el anuncio del Reino de Dios nunca es mera palabra, mera
enseñanza. Es acontecimiento, del mismo modo que también Jesús es
acontecimiento, Palabra de Dios en persona. Anunciándolo, llevan al encuentro con
Él. Dado que el mundo está dominado por las fuerzas del mal, este anuncio es al
mismo tiempo una lucha contra esas fuerzas. “Los mensajeros de Jesús, siguiendo
sus pasos, tienden a exorcizar el mundo, a la fundación de una nueva forma de
vida en el Espíritu Santo, que libere de la obsesión diabólica” (Joseph Ratzinger,
Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, primera parte, p. 73).
Reflexión apostólica
«Seguir a Cristo es, en este sentido, una tarea sobrehumana. Sólo el Espíritu Santo
puede realizarla; pues sólo Él puede plasmar la imagen de Cristo en cada alma.
Pero para hacerlo, el Espíritu Santo requiere la colaboración del hombre: necesita
que se deje modelar bajo su mano maestra; que se deje guiar e impulsar bajo el
poderoso viento de sus alas» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi ,
n. 74).
Propósito
Que mi testimonio de vida lleve a los demás a un encuentro con Cristo.
Diálogo con Cristo
Señor, ayúdame a reemprender siempre el camino, quiero ser tu discípulo y
misionero y para ello necesito ser fiel, cada día, en los detalles, en las cosas
pequeñas, que valen mucho para construir la fidelidad, y por medio de ella, la
santidad. Renueva mi decisión de apoyarme siempre en Ti más que en mis propias
fuerzas. Que acuda siempre a mis compromisos, a mi formación, a mi dirección
espiritual, dispuesto a dejarme moldear por Ti.
«¿Deseas ardientemente poseer un amor grande a Cristo? Pues ten por seguro
desde ahora que un amor grande es el resultado de muchos pequeños actos de
amor»
( Cristo al centro, n. 282).