Comentario al evangelio del Martes 24 de Enero del 2012
Jesús aprovecha la visita de su familia para enseñar algo fundamental para todo el que quiera ser
discípulo suyo: en el reino de Dios la verdadera familia va más allá de los lazos de la sangre y esta
nueva familia la integran todos los hombres y mujeres que cumplen la voluntad del Padre del cielo.
Jesús no rechaza a su familia, más bien nos quiere mostrar que hay una forma más completa y perfecta
de ser familia: abrirse a la vida de fe mediante la escucha de la Palabra de Dios.
La oposición de su familia a la acción del Espíritu Santo en Jesús aparece claramente en esta visita de
su “madre y sus hermanos”. Jesús no reconoce como familia suya a quienes no hacen la voluntad del
Padre y no colaboran para que su reino llegue a esta tierra: en ese nuevo reino todos somos hijos de un
mismo Padre y formamos una sola familia.
Intencionadamente indica Marcos que su madre y sus hermanos estaban “afuera”, distinguiendo entre
“afuera” y “adentro” con un sentido evidentemente simbólico. Jesús se encuentra “dentro”, en medio
del grupo de los discípulos, su nueva familia, la familia del reino, que no está formada por la
muchedumbre, sino por la gente que está sentada a su alrededor, como grupo de discípulos que
escuchan la Palabra.
Es claro que el evangelista Marcos no subraya la relación madre-hijo entre María y Jesús. Acentúa la
renuncia de Jesús a su familia y advierte claramente a los familiares que no pueden pretender ningún
puesto de privilegio en la comunidad de los cristianos por el mero hecho de su afinidad carnal o de su
parentesco.
A veces hay lectores que se sorprenden y discuten sobre lo que se dice en este texto sobre los
“hermanos de Jesús”. La palabra “hermano” puede sonar extraña, pero en la Biblia hermano también
significa, según los casos, hermano, sobrino, primo carnal, o simplemente pariente.
Carlos Latorre, cmf