Ciclo B. III Domingo del Tiempo Ordinario
Pedro Guillén Goñi, C.M.
El tercer evangelista, Marcos, en el día de hoy escenifica a Jesús en el inicio de la
instauración del Reino de Dios al comenzar su predicación. Dos son las actitudes
que manifiesta para que su palabra germine y dé el fruto apetecido ya desde el
inicio de la Misin: “arrepiéntanse y crean en la Buena Noticia” (Mc. 1, 15).
Efectivamente, en todo proceso inicial de seguimiento e identificación con el
Maestro la conversión conlleva un análisis interior de vida para evaluarla a la luz de
su Palabra, un estado de renovación permanente para superar nuestra rutina e
impulsar el proceso de santificación personal y e relación con los demás cada vez
más purificado, una respuesta positiva a Dios en las funciones y exigencias donde
nos realizamos como cristianos, herederos de la fe bautismal que hay que
ejercitarla en el día a día.
En segundo lugar, el Señor nos invita en la parte primera de este evangelio, antes
de la llamada que hace a sus primeros discípulos, a “creer en la Buena Noticia”. Nos
presenta una fe de discernimiento y de prioridad ante tantas ofertas distintas y, a
veces, contradictorias que nos presenta la vida. La fe es el fruto del encuentro con
el Dios que nos ama, apertura de corazón, generosidad de espíritu, disponibilidad,
aceptación de la voluntad de Dios, incluso en situaciones difíciles.
Entendiendo la conversión y la fe desde esta perspectiva no es de extrañar que los
primeros discípulos del Señor, Pedro y Andrés, Santiago y Juan, como nos narra el
evangelio en su segunda parte, ante la llamada del Seor, “inmediatamente,
dejaron las redes y lo siguieron” (Mc. 1, 18). ¿De qué redes tendremos que
desprendernos para seguir al Señor ante una sociedad que, en ciertos momentos
determinados, nos paraliza e impide ese encuentro? Buena ocasión para pensarlo a
luz del ejemplo que nos dejan los primeros discípulos que siguieron al Señor.
El Señor también hoy nos sigue llamando a la conversión y a la fe. Es una llamada
universal, desde siempre y para siempre. A una fe que, como nos dice Benedicto
XVI en su exhortacin con motivo del ao dedicado a esta virtud, “crece y vive
como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de
gracia y gozo”. Y es que, efectivamente, la fe es un encuentro pero también es
celebración y transmisión testimonial de lo que vivimos y creemos.
Confiarnos humildemente al misterio de Dios, fiarnos de su amor, vivir la serena y
profunda alegría que surge de su seguimiento, serán algunas actitudes que se
derivan del evangelio de hoy.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)