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Día litúrgico: Sábado III del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Mc 4,35-41): Un día (), se levantó una fuerte borrasca y
las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. Él estaba en
popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: «Maestro, ¿no te
importa que perezcamos?». Él, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al
mar: «¡Calla, enmudece! El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza ().
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
La Iglesia pronto fue una "Iglesia perseguida", incluso "a causa de la
justicia"
Hoy contemplamos la "barca" con los Apóstoles, símbolo de la Iglesia, zarandeada
por el "mar", símbolo del "mundo". Los Apóstoles no deben temer las amenazas:
Cristo —aunque silencioso— está en la barca y, por eso mismo, nunca se ha
hundido.
La Iglesia pronto fue una "Iglesia perseguida", incluso "a causa de la justicia": por
los judíos, que la perseguían por "fidelidad a la Ley"; por el Imperio, pues
consideraba a los "cristianos" como seguidores de un criminal; por los que han
perseguido a Dios... Además, puesto que la aspiración del hombre tiende siempre a
emanciparse de la voluntad de Dios, la fe aparecerá como algo que se contrapone
al "mundo", y por eso habrá persecución a causa de la justicia en todos los periodos
de la historia.
—Cristo crucificado es el justo perseguido del que hablan las profecías del Antiguo
Testamento. Él mismo es la llegada del Reino de Dios: "Bienaventurados los que
padecen persecución por causa de la justicia, porque suyo es el Reino de los
Cielos".
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